En los últimos años, el cambio climático se ha convertido en una cuestión de relevancia mundial. La comunidad climática ya ha puesto una fecha límite para frenar la emergencia climática y ha pedido a todos los países que activen la transición hacia una sociedad neutra en emisiones de carbono.
Por una parte, el Plan Fit for 55 de la UE, plantea dos objetivos muy claros: reducir las emisiones GEI un 55% para 2030, con respecto a las de 1990, y ser el primer continente ZEO para 2050.
Mientras que por la otra, la comunidad internacional ha comenzado a destinar más tiempo y recursos para lograr una sociedad ZEO, como por ejemplo, el Green New Deal Europeo o el Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Por su parte, los gobiernos están activando finalmente sus Planes Nacionales de Energía y Clima (PNIEC) y estableciendo nuevos objetivos de descarbonización.
De hecho, incluso los gobiernos locales están poniendo su granito de arena en la lucha contra el cambio climático, desarrollando planes para impulsar la movilidad sostenible, el consumo ecológico o la apuesta por un suministro energético limpio.
Por este motivo, era cuestión de tiempo que la comunidad científica y el campo de la investigación empezasen a proponer nuevas ideas, inventos y proyectos para reducir la huella de carbono de nuestra sociedad y mitigar el cambio climático.
El MIT desarrolla unas burbujas de silicio ultrafino para revertir el cambio climático
Siguiendo esta línea de actuación, un grupo de investigadores del Massachussetts Institute of Technology (MIT) ha desarrollado una nueva idea para invertir el cambio climático de forma drástica o, al menos, minimizarlo. Aseguran que ésta podría ser “nuestra última y única opción” para contrarrestar los efectos del cambio climático.
Ahora bien, ¿cómo planean lograr este gran desafío por el cuál llevamos más de una década luchando?
- A través de la creación y el despliegue de unas “burbujas espaciales” hechas a base de silicio ultrafino.
- Estas burbujas se inflarían y se desplegarían en el espacio exterior y, posteriormente, se juntarían creando una malla circular con las dimensiones de Brasil.
- Concretamente, se ubicarían en el punto L1 de Lagrange, el punto en el que la gravedad entre la Tierra y el Sol se cancelan la una a la otra y las burbujas podrían flotar sin problema sobre el planeta.
De lo contrario, estas burbujas acabarían siendo atraídas a la superficie terrestre.
- La función de las burbujas espaciales es clara: reducir la entrada de radiación solar y así habría menos rebote en la Tierra, limitar el incremento de las temperaturas atmosféricas y reducir el calentamiento global de la Tierra.
Con esta propuesta, el Senseable City Lab del MIT plantea una solución desplegada fuera del Planeta, en el espacio. Según los cálculos de los investigadores del proyecto: “si se desvía el 1,8% de la radiación solar antes de que llegue al Planeta, se podría revertir totalmente el calentamiento global actual”.
En definitiva, estas “burbujas espaciales” permitirían reducir la temperatura de la atmósfera, y con ello, el cambio climático. Al mismo tiempo, ofrecerían a la humanidad una protección extra frente al sol.
Sin embargo, por ahora el proyecto del MIT solo es una idea sobre el papel, ya que para llevarlo a cabo se necesitaría un plan a gran escala para llevar estas burbujas al espacio, así como una nave espacial y millones de dólares más en investigaciones y pruebas.
Otros inventos ingeniosos para mitigar el cambio climático
Las burbujas espaciales no son el único invento que la comunidad científica ha propuesto para frenar el cambio climático. De hecho, desde hace años, diferentes investigadores por todo el mundo han presentado sus ideas para reducir el nivel de emisiones de la atmósfera, darle un nuevo uso al carbono y, con ello, reducir calentamiento global de la Tierra.
Un ejemplo de ello es el proyecto de Carb Fix, que captura CO2 de la atmosfera y lo convierte en piedras. Esta start up islandesa está extrayendo CO2 y dándole una nueva utilidad.
El proceso es sencillo: capturan el CO2, lo disuelven en agua y lo inyectan en el suelo, donde se convierte en piedra en un periodo de dos años.
A este tipo de tecnologías de captura, almacenamiento y uso carbono se les denomina tecnologías CCUS. Y es que muchos no saben que el CO2 está presente en las bebidas carbonatadas, los extintores, las bolsas de ensalada envasadas, y todo tipo de productos de uso doméstico.
De hecho, incluso se puede utilizar como refrigerante en las centrales nucleares. Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), cada año se capturan y utilizan alrededor de 230 millones de toneladas de este gas en el mundo. Sin embargo, este volumen aún resulta insuficiente para reducir el exceso de CO2 de la atmósfera provocado por el hombre.
Para lograr la neutralidad climática para 2050, debemos retirar 8 gigatoneladas de CO2 de la atmosfera
Todavía estamos lejos de lograr retirar las 8 gigatoneladas de CO₂ que, según la AIE, sería necesario retirar en 2050 para poder cumplir con nuestros objetivos de descarbonización y lograr una sociedad ZEO.
Existe toda una industria dedicada a la captura y almacenamiento de CO2. Utilizan este Gas de Efecto Invernadero como una materia prima y, paralelamente, contribuyen a la lucha contra el cambio climático descarbonizando sectores como el del cemento, el acero o la petroquímica.
Parece ser que la comunidad científica está invirtiendo parte de su tiempo y energía a pensar en nuevas ideas para frenar el cambio climático y reducir el CO2 de la atmosfera. Sin embargo, ¿qué hay de nosotros? ¿Cómo podemos reducir nuestra huella de carbono?
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