En la naturaleza que nos rodea existen algunos mecanismos naturales de captura de CO2. Por ejemplo, los árboles capturan carbono a través de la fotosíntesis. Según la Fundación Auquae, un árbol puede absorber entre 10kg y 30 Kg de CO2 al año. ¿Os imagináis cuanto podrían absorber los árboles repartidos por las 5.500.000 km2 de selva amazónica?

Según un Informe de la Universidad de Leeds, durante la década de los 90, esta selva absorbía alrededor de 2.000 millones de toneladas de CO2 al año.

Los océanos son capaces de capturar CO2. De hecho, se estima que capturan 30% de las emisiones globales de dióxido de carbono y el 80% del calor generado por el creciente aumento de los gases efecto invernadero, atenuando de esta forma muchos de los impactos nocivos de la contaminación atmosférica.

Por otra parte, existen algunos entornos como los manglares, glaciares y las montañas, que también son capaces de almacenar carbono. De hecho, en las zonas más frías de la Tierra, cuando la capa de debajo de la superficie terrestre, también llamada permafrost, se descongela, puede liberar grandes cantidades de CO2.

Al mismo tiempo, esto nos indica que, durante cientos o miles de años, esta capa capturó CO2 y se convirtió en una reserva de carbono.

Actualmente existen sumideros de carbono naturales

En el Planeta existen un gran número de sumideros de carbono que durante años se han encargado de mantener un nivel de CO2 normal, capaz de nivelar la temperatura media de la Tierra.

Estos mecanismos naturales son los que mantenían el equilibrio, la temperatura de la atmósfera y las características naturales de cada ecosistema. Sin embargo, con la llegada de la era industrial y, por supuesto, con el incremento de las emisiones de CO2 hicieron que estos mecanismos no fueran suficientes.

El exceso de CO2 en la atmosfera ha generado lo que los científicos definieron en la década de los 50, como el calentamiento global de la Tierra. El aumento a largo plazo de la temperatura media del sistema climático de la Tierra. Este calentamiento global es lo que nos ha llevado a tener que reconsiderar nuestra forma de consumir, movernos, comer y vivir en el mundo.

Este calentamiento global es lo que ha hecho que los mecanismos de captura de CO2 naturales no sean suficientes. Por este motivo, además de reducir las emisiones a través de cambios en el sistema de consumo y la economía, la innovación ha dado paso a nuevas formas para combatir la emergencia climática y lograr los objetivos de reducción de emisiones recogidos en el Acuerdo de París 2015.

Los mecanismos de captura artificial pueden ayudarnos a combatir el cambio climático

En los últimos años, ha crecido el interés por los mecanismos de captura artificial de CO2. Son soluciones innovadoras creadas por brillantes científicos e ingenieros que pueden contribuir a la reducción de los niveles de CO2 de la atmosfera. Una de ellas es la construcción de mecanismos de captura a través de microalgas.

Esta es una de las soluciones recogidas en el libro de Bill Gates , “Cómo evitar el desastre climático”. Las microalgas son el sistema natural de captura y fijación de CO2 más eficiente del Planeta.

Debemos tener en cuenta que estos microorganismos necesitan CO2 para vivir. Por este motivo, podemos utilizarlos para capturar las emisiones de este Gas de Efecto Invernadero (GEI).

Plantas de microalgas y economía circular

Pero esta pionera solución no es tan actual como creemos. En el año 2014, una empresa andaluza lanzó el proyecto CO2ALGAEFIX: algas capaces de absorber la misma cantidad de CO2 que 26.000 árboles.

La compañía ALgaEnergy, dispuso sobre una superficie de 10.000 m2 una planta de cultivo de micro algas con capacidad para un millón de litros de líquido verde, que es capaz de producir 40 toneladas de biomasa anuales.

Posteriormente, esta biomasa vegetal se utiliza en proyectos de acuicultura, cosméticos, energía y hasta la alimentación. De este modo, se trabaja para combatir el cambio climático y se promueve la economía circular.

Algas gigantes submarinas

En enero de 2021, el magnate Elon Musk, conocido por su enorme contribución a la tecnología eléctrica, tanto en el ámbito del motor, como el de la energía solar, decidió donar 852 millones de euros a proyectos pioneros que ofreciesen soluciones para la eliminación del carbono.

A raíz de esta noticia, un grupo de artistas, diseñadores e ingenieros se reunieron para idear un nuevo proyecto capaz de extraer grandes cantidades de dióxido de carbono de forma natural. Entonces apareció Pull To Refresh, el cultivo de algas pardas gigantes en el océano.

Estas algas, que se cultivarían en flotas de embarcaciones semiautónomas, nos permitirán absorber alrededor de un billón de toneladas de dióxido de carbono y almacenarlo en las profundidades del mar, revirtiendo efectivamente el cambio climático. Los responsables de esta nueva empresa aseguraron que “con una pequeña cantidad de mar abierto podríamos volver a los niveles preindustriales de dióxido de carbono atmosférico”.

Microalgas en la ropa

En agosto de 2021 salieron al mercado las primeras camisetas capaces de absorber CO2. La marca británica Vollebak decidió reemplazar la tinta de carbón de sus camisetas por una tinta negra hecha de desechos de microalgas.

Pese a que estas camisetas han sido ampliamente criticadas debido a su elevado coste, 110 dólares, las algas negras que forman parte de su diseño son capaces de absorber dióxido de carbono a través de la fotosíntesis mientras producen oxígeno.

Según recoge el medio Business Insider, es importante tener en cuenta que una camiseta normal de algodón devora grandes cantidades de agua y energía. Detrás de cada prenda, existe una huella hídrica y de carbono que debería activar la señal de alarma de la conciencia climática del consumidor.

Para poder que una prenda convencional pueda ser producida, se han necesitado 2.700 litros de agua, energía de transporte, ocupación de tierra, tintes y agroquímicos, y, en muchas ocasiones, mano de obra en condiciones precarias o ilegales, contaminación de acuíferos y uso de sustancias tóxicas para su elaboración.

 

Todos estos sistemas de captura a través de algas pueden ser de ayuda para la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, lo más importante para hacer frente a la emergencia climática y cumplir con los objetivos de descarbonización, es comenzar una transición ecológica y lograr una economía ZEO.

Esto es algo que podremos lograr si los países activan sus Planes Nacionales de Energía y Clima, y dibujan objetivos de reducción de emisiones mucho más ambiciosos. Pero también algo que podemos conseguir a título personal, trabajando a diario para reducir nuestra huella de carbono.

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