Cualquier persona preocupada por la salud del planeta conoce de buena mano que las ondas inalámbricas de internet no son inocuas para la Tierra. En internet tienen lugar transacciones y acciones que también generan emisiones, y por lo tanto, contribuyen al cambio climático.

Aunque en ocasiones, las nuevas tecnologías permiten reducir el impacto ambiental de algunos procesos y prácticas, según el Institut de Recerca en Energia de Catalunya (Irec): “Si internet fuera un país, sería el sexto por consumo de energía del mundo, con un gasto similar al de Rusia”.

El elevado consumo energético de internet tiene lugar en los centros de datos. Se trata de salas de ordenadores que funcionan 24 horas al día durante todo el año, y que necesitan refrigeración continua para evitar una caída de la red. Los emails que enviamos utilizando la tecnología wi-fi o los vídeos de Youtube que vemos durante nuestro trayecto a casa en autobús, también generan emisiones de CO2.

El tráfico digital genera un 3% de las emisiones GEI que provocan el cambio climático

El tráfico digital no ha hecho más que crecer en las últimas décadas. Conforme más globalizada y conectada está la humanidad, mayor es la huella de carbono de internet. En una sociedad en la que más de la mitad de la población mundial tiene teléfono móvil y surfea por la red, internet se ha convertido en responsable del 3% de las emisiones GEI que provocan el cambio climático. Una cifra que para 2030 podría aumentar entre tres y 10 veces respecto a los niveles actuales y que ahora, es similar a la del tráfico aéreo.

¿Cómo podemos reducir la huella de carbono de internet?

Una de las soluciones para reducir la huella ecológica de internet es el uso de energías renovables en los centros de datos. Algunas compañías como Facebook, Apple o Google se han comprometido a reducir su gasto energético y apostar por las renovables. Las operadoras móviles y demás empresas relacionadas con el mundo de las TIC también van por el mismo camino.

Otra de las soluciones a las que apuntan los expertos reside en mejorar la eficiencia energética de los centros de datos. Mediante la investigación es posible llevar a cabo cambios y optimizaciones de la maquinaria utilizada en estas instalaciones para reducir su necesidad de energía.

Además, puesto que uno de los focos de gasto energético de internet son los aparatos de refrigeración, los tecnólogos por el clima defienden que la instalación de los centros de datos en países fríos, también ayudaría a reducir las emisiones generadas por el sector digital.

Aun así, en algunos casos la demanda energética es demasiado elevada como para cubrirla con energía limpia y por ello, se debe recurrir al suministro energético mediante combustibles fósiles.

Una de las mayores contribuciones a la lucha contra el cambio climático en esta área será la implementación de las redes 5G en los próximos años. Esta nueva tecnología móvil no solo aumentará la velocidad de conexión para los usuarios, si no que reducirá el consumo de energía por bit en un 60% en comparación a la tecnología 4G.

Con la transición a la tecnología 5G, internet verá reducidas sus emisiones un 15%. Paralelamente, el Exponential Climate Action Roadmap asegura que las tecnologías digitales pueden ayudar a reducir las emisiones GEI globales en un 15% para el año 2030 gracias a la implantación de soluciones en sectores energéticos, agricultura, producción, vivienda o transporte.

Las emisiones GEI globales se redujeron un 8% durante los meses de emergencia sanitaria

Son pronósticos muy esperanzadores para la acción climática. Teniendo en cuenta que las emisiones GEI se han reducido un 8% durante el periodo de la pandemia con respecto a 2019, y que los países están siendo más ambiciosos con sus objetivos de reducción de emisiones, cada vez estamos más cerca de lograr una sociedad ZEO (cero emisiones).

Las emisiones indirectas de internet

Además de las emisiones directas de internet generadas principalmente por los centros de datos, y también por el posterior reciclaje de los servidores obsoletos o el transporte y la construcción de estas instalaciones, también existen emisiones indirectas que no son contabilizadas por los observatorios de Cambio Climático.

Un ejemplo de ello es la compra online o en ecommerces, actualmente, la forma preferida de compra del 51% de los españoles.

La crisis sanitaria de la COVID-19 y las restricciones de movilidad adoptadas en la mayoría de países, han dado lugar a que este mecanismo de compra se extienda y se vuelva aun más popular en nuestra sociedad.

Tanto el transporte como el packaging, son grandes fuentes de emisiones para el mundo del comercio online. Las entregas de última milla podrían crecer más de un 30% para el próximo 2030 en las ciudades más grandes del mundo. Se trata de las emisiones GEI generadas en la última fase del servicio de entregas, desde las instalaciones de reparto hasta los hogares de los consumidores.

Por este motivo, es fundamental tomar medidas urgentes que nos ayuden a evitar la emisión de 25 millones de toneladas anuales más de CO2.

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