Ante la alerta global que han causado las consecuencias del cambio climático: inundaciones, olas de calor, deshielos… La humanidad ha empezado a tener conciencia de cuanta importancia tiene reducir las emisiones, tanto a escala global (empresas y grandes explotaciones) como a escala particular. Es el momento de ser ZEO (Objetivo Cero Emisiones) y empezar por reducir aquellas emisiones que están a nuestro alcance. ¿Por qué no empezar por el estómago?
1. Conviértete en vegano 2 veces por semana
El 14,5% de los gases que provocan el efecto invernadero provienen de la ganadería. Se calcula que el ganado, sobretodo bovino, libera casi 115 toneladas de metano al año. En las últimas décadas la carne se ha convertido en alimento principal de nuestras dietas. La sociedad consume carne a diario, tanto es así, que por ejemplo en EEUU cada habitante consume una media de 50 kilos de carne al año.
Es por eso que al consumir menos carne es posible reducir la huella de carbono. Siendo vegano 1 o 2 veces por semana se contribuye a reducir las emisiones de gases producidas por los fertilizantes, las de metano producidas por el sector bovino y las producidas por la tala de bosques para el pastoreo.
Siendo vegano durante una semana es posible evitar 14.7 quilos de emisiones de gases invernadero
Es más, según los resultados de un estudio práctico elaborado por la Vegan Society del Reino Unido siendo vegano durante toda una semana es posible ahorrar hasta 14.7 kilos de emisiones de gases invernadero. El reto de reducir la ingesta de carne a dos veces por semana, no parece tan difícil sabiendo que ayudaremos a reducir más de 2 kilos de Co2 a la semana.
Si es necesario consumir carne, es más ZEO comprar carne orgánica
Por otra parte, si hay que consumir carne, es más ZEO optar por comprar carne orgánica. Ésta, normalmente procede de la ganadería extensiva, mucho más respetuosa con el ecosistema en comparación a la intensiva – la cría en establos que también debería ser moralmente reconsiderada-.
2. Consume productos de km0 y de temporada
Las grandes superficies no solo consumen grandes cantidades de energía para su mantenimiento (cámaras frigoríficas, luz, aire acondicionado…) sino que su huella de carbono es aún mayor si hablamos del transporte. Los supermercados producen un gran número de emisiones a través del transporte y el abastecimiento de productos.
El 25% de los residuos domésticos son envases alimentarios
También durante el etiquetado y envasado de sus productos con plásticos, la mayoría no biodegradables, existe un gran foco de emisiones. Según Ecologistas en Acción aproximadamente el 25% de los residuos domésticos son envases típicos de los supermercados, como los que recubren vegetales, frutas o bandejas de carne, plásticos totalmente innecesarios si compras en una tienda local o a granel. Se trata de emisiones de CO2 que posteriormente se producirán en las plantas de reciclaje y transformación de residuos, que se podrían evitar comprando en la frutería o tienda más cercana o con certificado de slow food shop.
Es posible comprar alimentos de km0 en mercados locales o en ecotiendas. Quizá la forma más ZEO posible es comprar las hortalizas o frutas directamente al productos, aunque también es una buena opción dirigirse o hacerse afín a alguna cooperativa de consumidores.
3. Compra alimentos con certificado ecológico
La certificación ecológica es una de las garantías europeas que aseguran que los alimentos procesados o elaborados que consumimos cumplen unos estándares básicos respecto al medio ambiente. En 2007 la Unión Europea actualizó el reglamento y ahora se pueden encontrar una gran cantidad de alimentos “eco”, “orgánico” o “biológicos”, solo es necesario comprobar la etiqueta.
Básicamente el certificado ecológico se otorga a aquellos alimentos que no han sido genéticamente modificados ni producidos con fertilizantes y pesticidas que no solo son nocivos para la salud sino que emiten gases que contribuyen al efecto invernadero. Además, la certificación ecológica también asegura que los suelos de cultivo son 100% naturales y al menos no han recibido substancias químicas en 3 años.
4. Utiliza tu cocina eficientemente
Lo primero que debe hacer un buen eco-chef para cocinar más eficientemente es tener unos electrodomésticos que también lo sean. El 45% del consumo eléctrico del hogar proviene de los electrodomésticos. Un ejemplo: tener la nevera abierta más de 10 segundos –en verano-, equivale a tener el televisor encendido durante un día.
Debido al gran uso que se le dan a los electrodomésticos que se utilizan en la cocina, como la nevera, el horno o el lavavajillas, estos deben tener una etiqueta energética de A, A + o A++ – aquellas que suponen mínimo un 50% de ahorro energético -.
Las cocinas de gas son más eficientes que las cocinas eléctricas
A la hora de cocinar, es importante saber que las cocinas de gas son más eficientes que las cocinas eléctricas. Aún así se puede reducir una gran cantidad de energía apagando el fuego antes de que los alimentos se hayan cocinado del todo para que se cocinen con su propio calor. También haciendo uso de ollas exprés o simplemente tapando las ollas para que el calor sea mayor y así poder bajar la potencia del fuego. Estos trucos ZEO ayudan a reducir emisiones indirectamente, ya que reducen el consumo energético que empleamos mientras cocinamos.
Graduada en Periodismo por la UAB con mención en Sociedad y Cultura. Anteriormente publicando para La Vanguardia en ámbitos de RSC, Empresas, Alimentación y Salud. Máster de Comunicación&Marketing Digital en INESDI y Responsable de Comunicación de PlataformaZEO.