La cosmética natural ayuda a reducir nuestra huella de carbono

Durante el periodo de crisis causado por la enfermedad COVID-19 hemos contado con más tiempo para pensar en un cambio en nuestros hábitos y sistema de consumo a favor de la lucha climática. Ahora, en el periodo de desescalada, no debemos olvidar seguir manteniendo estas acciones y prácticas para lograr un desconfinamiento ZEO. Es decir, aprovechar la vuelta a la ‘nueva normalidad’ para construir una sociedad más respetuosa con nuestro entorno y con el medio ambiente.

En este sentido, nuestra alimentación, el tipo de transporte que utilizamos, el uso que hacemos de los electrodomésticos o bien la comercializadora que contratamos para el suministro de electricidad, influyen en el cambio climático.

También el uso de determinados productos de limpieza o higiene, como los cosméticos, puede ayudarnos a reducir nuestra huella de carbono y hacer frente al cambio climático.

Más allá del impacto ambiental: los efectos negativos de la cosmética convencional en la historia

Con el auge de la preocupación climática y la puesta en marcha de planes para paliar los efectos y consecuencias de la emergencia climática, la comunidad por el clima empezó a tener en cuenta el impacto medioambiental de la cosmética. Aun así, hasta hace unos años no se hablaba de la influencia de este sector económico en el cambio climático.

Salud

En el pasado, algunas entidades y organismos del ámbito de la salud, como la OMS, demostraron a través de informes y estudios la elevada toxicidad de algunas marcas y productos utilizados para la cosmética.

Componentes de la cosmética convencional como los parabenos o los sulfatos pueden ser de riesgo para nuestra salud

En la última década las autoridades sanitarias han demostrado la toxicidad de algunos elementos utilizados en la industria cosmética. Los parabenos, sulfatos, químicos como los compuestos ftalatos y algunos metales tóxicos como el plomo, llevan años en los neceseres y tocadores de todo el mundo.

Lo que no sabíamos al comprarlos es que todos ellos podrían llegar a producir efectos dañinos en la piel, riesgo de envenenamiento, alergias atópicas, alteraciones cardiovasculares o cáncer.

El maltrato animal

Al efecto negativo en el ámbito de la salud, también hay que sumarle el hecho de que la mayoría de los cosméticos convencionales son testados con animales, una práctica criticada por los defensores de los Derechos de los Animales. Según la ONG Forever Against Testing, el 80% de los países del mundo no cuentan con ningún mecanismo legal que prohíba testar productos o cosméticos en animales.

Por eso, estas entidades animalistas llevan desde 1989 luchando para que ningún animal deba sufrir por la belleza humana. Todo ello promoviendo la certificación cruelty-free para aquellas marcas que quieran adoptar el respeto a los animales durante todo el proceso de producción de sus cosméticos.

La huella de carbono de la industria cosmética

En la actualidad no existen datos ni informes de la huella de carbono generada por la industria cosmética. Aun así, por el momento se conoce el efecto que tienen los cosméticos convencionales en la biodiversidad del planeta Tierra.

La mayoría de tóxicos comentados anteriormente no sólo afectan a la salud de los consumidores, sino a los ecosistemas. Junto con los microplásticos liberados por el packaging, estos llegan a través de los desagües a los ríos, lagunas y mares contaminándolos y haciéndolos insalubres para la vida marina.

Además, como la mayoría de productos alimentarios, el proceso de producción de la industria cosmética genera emisiones. La energía utilizada para tratarlos, el packaging utilizado para comercializarlos o bien los sistemas de transporte empleados para que lleguen a las grandes superficies, generan una huella de carbono que también contribuye al cambio climático.

Otra de las problemáticas de la industria cosmética es el uso de aceite de palma o aceites similares. Como es bien sabido, el cultivo masivo de este tipo de productos amenaza con la extinción de los bosques de Indonesia. Afectando, por tanto, a la población de orangutanes, que están casi extinguidos. Estos ecosistemas son clave para reducir el nivel de emisiones de CO2 del planeta y revertir el cambio climático.

La alternativa: La cosmética natural

Para hacer frente a esta problemática muchas marcas se han sumado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) promovidos por la ONU. Las marcas de cosméticos bio, ecológicos y naturales emplean un proceso de producción mucho menos invasivo con el medio ambiente que la cosmética convencional.

En concreto la cosmética natural:

• No produce residuos químicos ni agresivos para el medio ambiente.
• Potencia el uso de ingredientes vegetales de procedencia ecológica.
• No contempla el uso de productos derivados del petróleo.
• Dada su composición natural, se adapta mejor a la piel gracias a la afinidad de sus componentes con la epidermis humana.
• Potencia el uso de envases y embalajes reciclados y/o reciclables.

Actualmente, cada vez existe una mayor oferta de cosmética natural. El problema es que muchas veces, estos productos tienen un precio un poco más elevado que el de los convencionales.

Podemos elaborar cosmética natural también en nuestras casas

En este sentido, ahora que la tendencia Do it Yourself (DIY) coge protagonismo en la sociedad, siempre existe la posibilidad de crear nosotros mismos nuestros propios productos cosméticos. Con la auto elaboración cosmética contribuimos de una forma aún más decisiva a reducir las emisiones de CO2 de la industria cosmética evitando la huella de carbono del transporte y la energía consumida para su embalaje y producción.

Apostando por la cosmética natural contribuimos a reducir nuestra huella de carbono y logramos estar un paso más cerca de ser ZEO (cero emisiones) en nuestra vida diaria. Con nuestra elección además de proteger el medio ambiente, también protegemos nuestra salud.