“Cuando salvas la vida de un árbol, simplemente pagas tu deuda, ya que debemos nuestras vidas a los árboles”. Las palabras del dramaturgo turco Mehmet Murat Ildan nunca tuvieron tanto sentido como en el contexto actual.

Este 28 de junio se celebra el Día Internacional del Árbol, y desde la Plataforma ZEO hemos aprovechado para tratar de concienciar a la sociedad acerca del papel de los árboles en la lucha contra el cambio climático. Además, hemos querido recordar su función como pulmón del Planeta y purificador del aire.

Los árboles son considerados una fuente de vida y tienen un papel fundamental a la hora de mantener el equilibrio de gases en la atmosfera. A través de la fotosíntesis, un proceso fundamental para garantizar la vida en el Planeta, capturan dióxido de carbono y emiten el oxígeno que los seres vivos necesitamos para respirar. De hecho, la comunidad científica y el movimiento ecologista coinciden en que, sin los árboles, la vida en la Tierra no sería posible.

Al mismo tiempo, los árboles capturan grandes cantidades de CO2 y lo mantienen secuestrado a lo largo de toda su vida. Precisamente por ello, los bosques son considerados el segundo mayor sumidero de carbono natural del Planeta, por detrás de los océanos.

Adicionalmente, parte de este carbono que capturan los árboles queda almacenado en el suelo, en la materia orgánica que desprenden a ras del suelo (hojarasca) y en los árboles muertos con los que después se genera la madera.

Podríamos decir que este proceso en el que los bosques capturan carbono de la atmósfera contribuye a la mitigación del cambio climático.

Sin embargo, es importante recordar que cada vez que un árbol es talado pierde su capacidad para absorber CO2; mientras que cada vez que se quema un árbol o un bosque, este libera a la atmosfera todo el dióxido de carbono almacenado a lo largo de su vida.

Precisamente por ello, el mejor mecanismo para combatir el cambio climático es evitar la deforestación, apostar por la reforestación y llevar a cabo una gestión sostenible de los bosques para reducir al máximo el riesgo de incendio e incrementar su potencial como sumideros de carbono.

Cuidar los árboles y los bosques de forma sostenible incrementa su capacidad de absorber CO2

Y es que, según datos del CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales), en los últimos 25 años la capacidad de sumidero de CO2 de los bosques ha disminuido un 17%.

Tal y como recogen los informes del CREAF, si la gestión de estos ecosistemas no es correcta, los bosques en lugar de capturar CO2 pueden llegar a emitirlo. Por ejemplo, entre el 2005 y el 2008, la selva amazónica, el pulmón del planeta, sufrió un periodo de sequía grave que provocó la emisión de 270 millones de TM de CO2.

Según un estudio del JPL-NASA, una sola temporada de sequía en el Amazonas puede reducir la captura de CO2 durante años. Precisamente por ello, podemos afirmar que los bosques correctamente gestionados capturan más CO2 que aquellos que se dejan vírgenes y sin cuidado.

Preservar la naturaleza, cuidar de nuestros bosques y plantar nuevos árboles es fundamental para ayudarnos a reducir los niveles de CO2 de la atmosfera y combatir el cambio climático.

No hay marcha atrás, necesitamos a los árboles para hacer frente este desafío global. Si queremos reducir un 55% las emisiones para 2030 y lograr ser ZEO para 2050, tal y como requiere la Unión Europea, necesitamos establecer mecanismos específicos para mitigar el cambio climático.

¿Cuánto CO2 captura un árbol?

Como hemos comentado anteriormente, los árboles son los pulmones del planeta: absorben CO2 y producen oxígeno. Se estima que un árbol de 20 años puede absorber anualmente el CO2 emitido por un vehículo que recorre de 10.000 a 20.000 km.

Por otro lado, en España cada persona genera unas 8 toneladas de CO2 al año, mientras que un árbol maduro puede absorber alrededor de 22 kilogramos de CO2 por año.

Es decir, para compensar nuestra huella de carbono personal, necesitaríamos plantar alrededor de 800 árboles. Estas cifras demuestran que los árboles pueden ayudarnos a reducir emisiones y ser ZEO; pero la única forma de lograr un cambio real y cumplir con los objetivos de descarbonización es cambiar nuestro sistema de consumo y hábitos diarios.

¿Cuánto CO2 emite un árbol?

Los árboles también liberan pequeñas cantidades de dióxido de carbono durante su ciclo de vida. Sin embargo, estos seres vivos son considerados sumideros de carbono neutros, es decir, que absorben más CO2 del que emiten.

Algunos procesos naturales pueden generar CO2, como, por ejemplo, la respiración nocturna, que tiene lugar durante la fotosíntesis, o la descomposición de los árboles debido a condiciones climáticas extremas o una mala gestión forestal.

Y es que, durante el día, los árboles absorben el dióxido de carbono y producen el oxígeno que necesitamos para respirar. Pero de noche, el proceso se invierte y los bosques comienzan a absorber oxígeno y producir dióxido de carbono.

Por lo tanto, el retorno del CO2 a la atmósfera por parte de los bosques se produce cuando tienen lugar la respiración autotrófica, la heterotrófica y los incendios.

De hecho, s­egún Ecologistas en Acción, los incendios forestales pueden llegar a emitir más de 3 millones de toneladas de CO2 en un solo año – la media anual es de 1,5 millones de toneladas al año-.

En 2019 se produjeron incendios de gran envergadura, como el del norte de California con más de 114.000 hectáreas de bosque destruidas – el peor de la historia-, o los de Portugal, con más de 21.000 hectáreas. Pero no hace falta irse tan lejos, cada verano es habitual tener noticias de nuevos incendios en Galicia, la comunidad autónoma que se lleva casi la mitad de incendios forestales del territorio español.

A lo largo de las últimas décadas, la comunidad científica ha estado trabajando para demostrar la correlación negativa entre los incendios y el cambio climático.

¿Cuál es la relación entre los incendios y el cambio climático?

Por un lado, el cambio climático incrementa el riesgo de incendio, debido a que se eleva la temperatura del Planeta, se aumenta el periodo de sequía y la escasez de agua, etc. Mientras que, por el otro, los incendios agravan la situación de cambio climático: al quemarse un bosque, este deja de capturar CO2 y los niveles de este gas en la atmosfera crecen. Es el pez que se muerde la cola.

En este sentido, un grupo de expertos de la Universidad de Murcia asegura que, si seguimos la misma tónica en materia de emisiones y superamos los 3ºC de calentamiento global de la Tierra, los incendios podrían aumentar un 100%.

En el mejor escenario posibles: “si se cumple el objetivo de limitar el calentamiento por debajo de los 2ºC –tal y como recoge el Acuerdo de París-, los incendios solo se incrementarían un 40%”.

Precisamente por ello es fundamental trabajar para preservar nuestros bosques: reducir nuestra huella de carbono para así reducir el calentamiento global de la Tierra y el riesgo de incendio. No debemos olvidar que los bosques pueden capturar hasta 48 millones de toneladas CO2 al año.

¿Cuáles son los árboles que más CO2 almacenan?

En los últimos tiempos, la tecnología ha permitido replantar bosques enteros de forma eficiente y rápida. En este sentido, la reforestación mediante el uso de drones es una solución cada vez más utilizada y prometedora: los drones permiten sembrar una gran cantidad de árboles en áreas extensas, especialmente en terrenos de difícil acceso o en zonas que han sufrido deforestación.

Sin embargo, ¿cómo saber qué tipo de árbol deberíamos plantar? Además de tener en cuenta las características climáticas de la zona, es importante conocer cuáles son los árboles que más CO2 almacenan.

En este sentido, la capacidad de almacenamiento de CO2 depende de factores como la edad del árbol, su tamaño, el estado de salud, las condiciones de crecimiento y el ecosistema en el que se encuentre. Además, los bosques naturales y biodiversos tienden a ser más efectivos en la captura de CO2 que las plantaciones forestales comerciales o artificiales.

A través de la fotosíntesis y el proceso de absorción de carbono, todas las especies de árboles pueden ser capaces de almacenar dióxido de carbono. Eso sí, algunas pueden almacenar más o menos cantidad de CO2 y, por lo tanto, son más indicadas como herramienta de mitigación.

Las especies de árboles que son consideradas excelentes captadoras de dióxido de carbono son:

  1. Secuoya (Sequoia sempervirens): Estos árboles gigantes son conocidos por ser los seres vivos más grandes del planeta. También son altamente eficientes en la captura de CO2 debido a su tamaño y longevidad.

 

  1. Pino piñonero (Pinus pinea): Los pinos piñoneros son conocidos por sus grandes piñas y su madera de calidad. Estos árboles tienen la capacidad de almacenar grandes cantidades de CO2 en su biomasa.

 

  1. Eucalipto (Eucalyptus spp.): Los eucaliptos son árboles de rápido crecimiento que se encuentran en diversas partes del mundo. Debido a su tasa de crecimiento y alta densidad de madera, son eficientes en la captura de CO2.

 

  1. Árbol del caucho (Hevea brasiliensis): Este árbol tropical es conocido por ser la principal fuente de látex natural utilizado en la producción de caucho. Además de su valor comercial, el árbol del caucho es un captador efectivo de CO2.

 

  1. Roble (Quercus spp.): Los robles son árboles de hoja caduca ampliamente distribuidos. Sus grandes copas y densidad de madera les permiten capturar y almacenar cantidades significativas de CO2.

En el Día Mundial del Árbol hemos entendido el papel de los árboles en la lucha contra el cambio climático y su increíble potencial como herramienta para mitigarlo.

Desde la Plataforma ZEO fuimos conscientes de ello hace años, y por eso impulsamos la creación de los bosques ZEO: lugares de interpretación del papel de los bosques en la lucha contra el cambio climático. Espacios perfectos para generar conciencia climática a nivel local y cambiar la forma de ver el mundo de las personas.

Para que un bosque sea ZEO debe disponer de una estimación del CO2 que ha capturado a lo largo de su vida. Además, debe informar y sensibilizar a través de carteles, sobre el papel de los bosques en la lucha contra el cambio climático.

Finalmente, debe calcular la huella de carbono generada por sus visitantes, es decir, el CO2 que ha implicado la visita.

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