Existe una frase del escritor Paulo Coelho que define perfectamente el papel del Sol en el ciclo de la vida y los ecosistemas: “Cada día el sol ilumina un mundo nuevo”.

Se trata de una frase que, desde un enfoque filosófico, anima a las personas a ver cada día como una nueva oportunidad para crecer, cultivarse y ser feliz. Sin embargo, en el ámbito de la acción climática, esta frase podría ser aplicada a nuestra realidad desde una perspectiva mucho más literal.

La comunidad internacional coincide en que, para frenar el cambio climático y evitar sus consecuencias, es fundamental terminar con nuestra dependencia de los combustibles fósiles y apostar por fuentes de energía renovables.

Y es que según Climate Tracker, las emisiones del sector de la energía contribuyen de forma considerable a la huella de carbono generada por cada país.

Por ejemplo, en Egipto, tres cuartas partes de sus emisiones GEI proceden del sector energético, siendo las centrales eléctricas responsables de casi la mitad de estas emisiones (45%).

Según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), en 2019 el sector de la electricidad y la generación de calor representaba aproximadamente el 27% de las emisiones totales de GEI invernadero en el Estados Unidos. En esta cifra se contabilizan aquellas emisiones que provienen principalmente de la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural en plantas de energía.

El 75% de las emisiones GEI en España provienen del sector de la energía

En el caso de España, el Informe de Progreso de España 2020 presentado ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), revela que el sector de la energía fue responsable del 74,9% de las emisiones de gases de efecto invernadero en España.

Analizado el papel de la energía en el cambio climático, no cabe duda de que una de las principales soluciones para frenar el cambio climático y sus consecuencias es lograr una transición energética hacia la energía limpia. En este sentido, el Sol es una fuente de energía renovable e infinita, completamente ZEO -cero emisiones-.

¿Cuál es el papel del sol en la vida?

El sol es una estrella que se está consumiendo a 150.000.000 km de la Tierra y tiene un diámetro medio de 1.392.000 Km. La radiación del sol es tan fuerte que, pese a la distancia que lo separa de nuestro mundo, es capaz de seguir facilitando la vida en la Tierra y brindándonos energía.

En la cultura popular, el sol es sinónimo de vida, pues se considera la fuente de energía madre que nos proporciona luz y calor. Además, es el principal motor para el crecimiento de los seres vivos, facilitando procesos biológicos clave para su supervivencia, como, por ejemplo, la fotosíntesis.

Precisamente por ello, en el Día Mundial del Sol, recordamos la importancia de mantener el equilibrio entre el Sol y la Tierra, un equilibrio que en su día permitió el desarrollo de la vida en el mundo, y que hoy se ve seriamente amenazado por el cambio climático.

De hecho, este equilibrio es el que permite que tenga lugar el efecto invernadero, un proceso natural y esencial para la vida en la Tierra.

Este fenómeno natural que tiene lugar en la atmósfera, juega un papel crucial a la hora de mantener la temperatura adecuada para albergar la vida en el Planeta. De hecho, sin el efecto invernadero, la temperatura promedio de la Tierra sería de -18ºC, lo que haría nuestro planeta inhabitable.

Sin embargo, en múltiples ocasiones, algunos medios de comunicación han utilizado de forma errónea este concepto para explicar el proceso del cambio climático, otorgando la responsabilidad de este fenómeno al efecto invernadero.

¿Cómo funciona el efecto invernadero y cuál es el papel del Sol en el mismo?

Cuando la radiación del Sol llega a la Tierra, parte de la misma es absorbida por la superficie terrestre y se convierte en calor. A través del efecto invernadero, los Gases de Efecto Invernadero (GEI) absorben parte de esta radiación infrarroja y la reemiten en todas las direcciones, incluso de vuelta a la propia Tierra.

Los gases responsables de garantizar este proceso son el Dióxido de Carbono (CO2), el Metano (CH4), el óxido nitroso (N2O) y el vapor de agua. Estos retienen parte de este calor generado indirectamente por la radiación solar creando un equilibrio térmico que garantiza una temperatura promedio de 15ºC.

Durante la época industrial, la humanidad comenzó a utilizar los combustibles fósiles para generar energía y como combustible para moverse por el mundo. Además, empezó a talar bosques de forma descontrolada (deforestación) y a intensificar su producción agropecuaria. Todos estos cambios dieron pie a un incremento de la concentración de Gases de Efecto Invernadero en la atmosfera.

Lo que, a su vez, dio lugar a un incremento del efecto invernadero y a un calentamiento adicional para la Tierra. Un fenómeno que la comunidad climática bautizó como el calentamiento global.

Este calentamiento global del Planeta ha dado pie a impactos y cambios significativos en los patrones de precipitación, en el deshielo de los polos y su consecuente aumento del nivel del mar, a fenómenos climáticos extremos y otros efectos adversos para los ecosistemas y la vida en la Tierra.

Todas estas consecuencias y daños colaterales provocados por el calentamiento global constituyen el cambio climático.

En este sentido, el 99,9% de la comunidad científica coincide en que el aumento excesivo de los GEI debido a las actividades humanas, está desequilibrando el efecto invernadero y causando el cambio climático.

Así lo confirma el informe de Lynas, M., B.Z. Houlton y S. Perry publicado en la revista Environmental Research, que apoya la teoría de que nos enfrentamos a una situación de emergencia causada por el cambio climático antropogénico.

¿Cuál es el papel del Sol en el cambio climático?

El sol juega un papel fundamental en el clima de la Tierra, ya que es la principal fuente de energía que impulsa todos los procesos atmosféricos y climáticos que suceden ella. Al contrario de lo que piensan algunas personas vinculadas al negacionismo climático, el sol no es la principal causa del cambio climático.

Si bien la variabilidad natural del sol puede tener ciertos efectos en el clima a corto plazo, los informes publicados por la comunidad científica han demostrado que los cambios observados en la radiación solar no son suficientes para explicar el calentamiento global observado en las últimas décadas.

A lo largo de la historia, los científicos han analizado y cuantificado las contribuciones relativas a las actividades humanas y los factores naturales, incluida la radiación solar, en el cambio climático. Los estudios concluyen en que ha sido la actividad humana, especialmente la emisión de gases de efecto invernadero, la principal causa del calentamiento global.

Es importante destacar que los científicos y los observatorios astronómicos monitorean constantemente la radiación solar y su impacto en el clima para tratar de comprender mejor las complejas interacciones entre el sol y el clima de la Tierra.

¿Cómo puede ayudar el Sol a frenar el cambio climático?

Como se ha comentado anteriormente, la energía solar es una fuente de energía renovable que se obtiene directamente del sol mediante la captación de la radiación solar y su conversión en electricidad o calor.

La energía solar se puede aprovechar de varias formas. Sin embargo, la tecnología más común es la energía solar fotovoltaica, que utiliza paneles solares para convertir la luz solar en electricidad. Estos paneles están compuestos por células fotovoltaicas que generan corriente eléctrica cuando los fotones de luz solar golpean la superficie del panel.

El informe Renewable Capacity Statistics 2021, publicado por la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), reveló que la capacidad de energía solar fotovoltaica instalada en el mundo supera los 770 gigavatios (GW).

Sin embargo, según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, en 2020 la energía solar fotovoltaica representó únicamente el 3% de la capacidad total de generación eléctrica a nivel mundial. Este porcentaje varía de forma considerable de un país a otro. Por ejemplo, Alemania, China, Estados Unidos y Japón, tienen una mayor participación de esta tecnología en su matriz energética.

En el caso de España, la energía solar fotovoltaica ha experimentado un crecimiento considerable en los últimos años, especialmente desde que el llamado impuesto al sol fue eliminado y el precio de las placas solares ha disminuido.

Según datos del MITECO, en 2020 la capacidad instalada de energía solar fotovoltaica en el país alcanzó los 12,8 gigavatios (GW). Por otro lado, el Informe Anual del Sistema Eléctrico Español 2020 publicado por la Red Eléctrica de España muestra que en 2020 la energía solar fotovoltaica representó alrededor de un 9,3% de la producción de electricidad del país.

Con el cambio climático y la urgente necesidad de hacerle frente, el papel del Sol en la lucha contra el cambio climático toma una nueva dimensión.

El Sol es una fuente de energía prácticamente inagotable y completamente ZEO, ya que no produce emisiones de gases de efecto invernadero durante su generación. Es por eso que la energía solar tiene un gran potencial para contribuir a la reducción de las emisiones GEI y a la transición hacia un sistema energético más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

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