Nuestra huella digital también contribuye a nuestra huella de carbono. Es decir, el consumo de datos de nuestro móvil o de internet, nuestras búsquedas en Google o la visualización de películas y series en streaming, contribuye al cambio climático.

Y es que, según la organización Low Carbon City, especializada en ofrecer soluciones para afrontar el cambio climático, las tecnologías digitales representan un 3,7% de las emisiones globales de carbono. Una cifra similar a la de la industria de la aviación o del transporte marítimo, que contribuyen al calentamiento global del Planeta con un 3 y un 2,5%, respectivamente.

Según los expertos climáticos, en el futuro, esta huella de carbono podría suponer un auténtico problema para la lucha climática y para cumplir con los objetivos de la ONU. Especialmente si tenemos en cuenta que el 59% de nuestra sociedad utiliza internet a diario: alrededor de 4.540 millones de personas están conectadas a la red. Y la previsión es que, debido a la globalización y la democratización de esta tecnología, esta cifra siga subiendo.

Jack Amed, CEO de Web Neutral Project, explica en el informe de Low Carbon City “Huella de carbono de internet: Una guía para entenderla y reducirla” cómo, hasta hace poco, Internet había sido una fuente poco conocida de emisiones de CO2 y, por ello, no se habían establecido planes específicos o estrategias a largo plazo para limitarla.

“Aunque existen muchos usos positivos de Internet, como generar cambio social y conectarnos, esta tecnología contamina mil millones de toneladas de CO2 al año, más que todos los aviones del mundo. El costo del internet a nivel financiero no es nada comparado al costo ambiental. Por eso hay que generar conciencia y trabajar para limpiar este consumo energético” asegura Amed.

Si internet fuera un país sería el 6º más contaminante del mundo

Es importante tener en cuenta que, si internet fuera un país, sería el 6º más contaminante del mundo. Por otro lado, nuestro correo electrónico genera una media de 10 gramos de CO2 al año, la misma cantidad de dióxido generada para producir una bolsa de plástico estándar.

Según Cleanfox, al realizar una consulta en Google o cualquier otro motor de búsqueda, podemos llegar a liberar 16.800 gramos de CO2 por minuto. En paralelo, al entrar en una web, cambiar de página o buscar determinados artículos web puede emitir entre 7 y 14 gramos de CO2.

¿Cuál es la huella de carbono de Chat GTP?

En los últimos años, hemos descubierto el impacto medioambiental de internet, las plataformas digitales y los aparatos electrónicos, y su papel en el cambio climático.

Sin embargo, ahora ha entrado en escena una nueva tecnología mucho más poderosa, que podría suponer un cómputo mayor de emisiones para la huella de carbono asociada a la Red.

El 30 de noviembre de 2022 tuvo lugar el lanzamiento oficial y en abierto de Chat GPT, una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por OpenAI, que utiliza la arquitectura GPT (Generative Pre-trained Transformer) para generar respuestas a preguntas y mantener conversaciones.

Los usuarios quedaron completamente encantados con esta pionera IA, y se abrió un nuevo debate en torno a las consecuencias que podría tener este tipo de computación para nuestra sociedad y el Planeta, en caso de que se expandiera a escala global y se empezase a utilizar de forma cotidiana.

Según los testimonios de diferentes sociólogos, la Inteligencia Artificial podría suponer una auténtica amenaza para nuestra sociedad, pero también una oportunidad para acelerar el progreso o la lucha contra el cambio climático.

Y es que, por un lado, la Inteligencia Artificial podría significar el fin de ciertas profesiones relacionadas con el mundo de la comunicación o el marketing; mientras que, por la otra, podría ayudarnos en el campo de la investigación, ofreciendo pioneros tratamientos y vacunas para enfermedades, e incluso en el de la lucha contra el cambio climático, ayudando a la creación de prototipos de máquinas de captura de emisiones o desarrollando soluciones innovadoras para reducir nuestra huella de carbono, etc.

Sin embargo, la Inteligencia Artificial también genera emisiones. Como sucede con Internet o las plataformas digitales, esta tecnología opera a partir de centros de datos o redes de transmisión que requieren de grandes cantidades de energía para su funcionamiento.

Pero en el caso de la IA, la huella de carbono va mucho más allá. La comunidad climática asegura que la Inteligencia Artificial podría llegar a convertirse en un serio problema para el medio ambiente.

¿Por qué la IA genera tantas emisiones?

El motivo de que la IA tenga una huella de carbono superior a la de Internet reside en su configuración. Y es que el proceso de “entrenamiento” (programación), que hay que llevar a cabo para que una Inteligencia Artificial funcione genera un gran número de emisiones.

Un grupo de estudiantes de la Universidad de Copenhague desarrollaron Carbon Tracker, una herramienta para calcular la huella climática de los modelos de aprendizaje profundo.

Este software calcula cuanta energía consume y emisiones de CO2 se generan para entrenar un modelo de aprendizaje profundo, como podrían ser Chat GPT o Dall-E, la inteligencia artificial que dibuja.

Gracias a este pionero software, descubrieron la enorme huella de carbono generada durante el proceso de configuración o machine learning de una IA.

Es importante tener en cuenta que la configuración de este tipo de herramientas de Inteligencia Artificial funciona mediante una serie de algoritmos llamados “machine learning”. Estos algoritmos permiten que una IA, además de analizar datos, sea capaz de aprender de ellos y realizar tareas como clasificar, predecir y agrupar patrones, entre otras.

En este sentido, para configurar y actualizar los algoritmos de machine learning, se requiere de un hardware especializado que consume grandes cantidades de energía y funciona 24 horas al día.

Como hemos comentado anteriormente, en la actualidad, uno de los modelos de aprendizaje profundo más grandes disponibles en el mercado es el modelo de lenguaje avanzado Chat GPT-3. En una sola sesión de formación, esta herramienta puede llegar a necesitar el mismo consumo energético que 126 hogares daneses en un año.

Teniendo en cuenta estos datos, democratizar la Inteligencia Artificial y hacerla accesible para todo el mundo, podría ser contraproducente para la lucha climática.

¿Cuáles son las fuentes de emisiones de Internet y la IA?

Internet funciona gracias a una gran red de infraestructura física, compuesta por los centros de datos (donde se encuentran los servidores), las redes de transmisión, los dispositivos que utilizamos para conectarnos y los sistemas de transferencia y almacenamiento masivo de nuestros datos (la nube).

Para que todo este entramado de sistemas, conexiones y cables funcione, se requiere de una gran cantidad de energía. Concretamente, la transferencia y almacenamiento de datos, es decir, descargar canciones o visualizar películas en streaming, son los procesos que más cantidad de energía consumen.

Los centros de datos son los que permiten la navegación, la transmisión y la comunicación en línea. En la era de la información y la globalización de Internet, estos funcionan como una especie de fábricas y se mantienen encendidos 24 horas al día, toda la semana. Pero para que puedan operar de manera continua y el internet “no caiga”, requieren una gran cantidad de energía.

Por poner un ejemplo, visualizar un video durante 30 minutos genera aproximadamente 0, 2 Kg de CO2. La plataforma Save On Energy realizó una estimación de la huella de carbono generada por algunos de los programas más vistos en Netflix entre octubre de 2018 y septiembre de 2019.

La huella de carbono emitida a raíz de la visualización de La Casa de Papel, Stranger Things y Our Planet fue de 387,8 millones de kg de CO2.

El crecimiento de las plataformas y servicios que utilizan Internet y la digitalización de las actividades económicas, como son el pago con tarjeta o la gestión bancaria a partir de aplicaciones digitales, ha propiciado un crecimiento acelerado de los centros de datos, tanto en el tamaño, como en la cantidad.

Todo ello ha dado pie a que se hayan convertido en una de las mayores fuentes de nueva demanda de electricidad a nivel mundial.

Hoy en día somos conscientes de que la digitalización ha permitido la optimización de muchos procesos. Sin embargo, en términos ambientales, debemos tener en cuenta que muchos de estos centros de datos obtienen su energía de combustibles fósiles en lugar de fuentes renovables.

En este sentido, la organización Low Carbon City propone tres soluciones para reducir la huella de carbono de los centros de datos y hacerlos más ZEO -cero emisiones-:

  • Implementar medidas de eficiencia energética
  • Migrar a energías renovables
  • Elegir una empresa de alojamiento de sitios web cuya energía sea limpia

En este sentido, existen algunas acciones sencillas que podemos llevar a cabo para reducir las emisiones, vinculadas con nuestra actividad digital. Algunos cambios pueden ayudarnos a lograr una huella digital más ZEO -cero emisiones-, como, por ejemplo, descargar las listas de reproducción de música, ver los videos de YouTube en una menor resolución o limpiar la bandeja de spam de nuestro correo. Todos estos pequeños gestos, indirectamente, contribuyen a la lucha contra el cambio climático.

Sin embargo, la clave para reducir la huella de carbono de las nuevas tecnologías e internet reside en el suministro energético.

Los servidores mundiales que hacen funcionar Chat GTP, los cables submarinos de fibra óptica que nos brinda internet o la red de satélites que facilitan la conexión wi-fi, deben empezar a funcionar a través de energía limpia o renovable.

Esta es la única forma para garantizar que nuestra huella digital sea 100% ZEO.

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