Ante los grandes retos y desafíos, algunas personas se hacen grandes, agudizan su inteligencia y elevan su fuerza para tratar de combatir el problema. Sin embargo, existen otras personas que, ante el peligro o una situación de emergencia realmente difícil de resolver, tiran la toalla y ni siquiera intentan hacerle frente.

Algunos de estos comportamientos humanos son fácilmente extrapolables a la respuesta actual de la sociedad frente a la emergencia climática.

En los últimos años la existencia del cambio climático se ha convertido en una cuestión innegable. El 97% de la comunidad científica apoya el origen antropocéntrico del mismo y coincide en las desastrosas consecuencias que tendrá para la Tierra y la humanidad si no le hacemos frente.

El IPCC lleva desde el año 1990 combatiendo el negacionismo a través de la ciencia

Desde el año 1990, el IPCC (equipo científico de la ONU), ha publicado informes alertando de la inminente necesidad de reducir las emisiones GEI para así frenar el cambio climático. Pese a las alegaciones de los colectivos negacionistas, que aseguraban que el cambio climático no era un fenómeno causado por el ser humano, hoy en día ningún líder, político o científico es capaz de negarlo sin ser tachado de “necio” o “incongruente”.

En los últimos años, el negacionismo ha perdido fuelle y ha quedado relegado a pequeños colectivos y vertientes ideológicas de extrema derecha.

El Acuerdo de París 2015: El obstáculo de los negacionistas

En 2015 finalmente los países se unieron para firmar el Acuerdo de París. Este acuerdo confirmaba la veracidad del cambio climático y establecía el camino para empezar a hacerle frente.

 El objetivo principal de este Acuerdo, que ahora ha sido ratificado por 159 países, es mantener por debajo de 1,5 ºC el calentamiento global de la tierra. Para lograr esta meta, la sociedad debe cambiar completamente su sistema de consumo y producción.

Esto implica lograr el abandono total de los combustibles fósiles, la apuesta por las energías renovables, reducir el consumo de carne a nivel mundial, realizar una transición a la movilidad eléctrica, apostar por el consumo local o de Km0. Algunas de estas acciones dependen de nuestros gobiernos o administraciones públicas. Mientras que otras, están en nuestras manos.

Ante esta amalgama de medidas, hay muchas personas que se sienten superadas y deciden tomar una actitud pesimista frente a la cuestión climática. Ya sea por una desmoralización real o por interés -mantener el status quo-, el derrotismo climático se está convirtiendo en el nuevo negacionismo que amenaza la cuestión climática.

El nuevo negacionismo es creer que no hay forma de frenar el cambio climático

Mientras aumenta la percepción de que el cambio climático es un problema grave, los derrotistas plantean la duda de si estamos a tiempo de evitarlo. De este modo, ya no intentan sembrar la duda de si el cambio climático es real, si no que ahora tratan de cuestionar si realmente es posible limitar el calentamiento de la Tierra a 1,5ºC.

A todo esto, hay que sumarle el hecho de que, tal y como refleja el documental Before The Flood, “cuando se inicia una conversación sobre cambio climático, la gente suele querer desconectar”.

Estos dos factores ponen en peligro la acción climática y diseminan la idea de que:

“Si ya no estamos a tiempo y es imposible frenar el calentamiento de la Tierra, ¿por qué renunciar a nuestro estilo de vida y a los intereses que nos reporta en la actualidad la economía fósil?”.

El derrotismo climático se convierte entonces en el argumento perfecto para que las personas puedan seguir actuando sin tener en cuenta el medio ambiente y su impacto en el Planeta, y para que las grandes potencias económicas eviten llevar a cabo una transición verde.

Por el contrario, frente al problema climático y la gravedad del mismo, hay personas que toman una actitud mucho más optimista:

“Las consecuencias pueden ser desastrosas, pero aun estamos a tiempo de arreglarlo. Si cortamos de raíz con aquello que lo provoca, podemos salvar el Planeta. Aun hay esperanza”

Guerra climática de opiniones.

Según Michael Mann, climatólogo de la Universidad Estatal de Pensilvania (EEUU) nos encontramos en una nueva fase de guerra climática en la que la inactividad de los derrotistas climáticos podría hacer peligrar los esfuerzos para lograr descarbonizar la economía.

En su libro “La nueva guerra climática: la lucha para recuperar nuestro planeta”, asegura que los antiguos negacionistas se han convertido ahora, en un enemigo que trata de engañar, distraer y retrasar todos los avances que se están llevando a cabo para reducir las emisiones GEI y realizar una transición ZEO.

Una sociedad dividida entre altruistas, seguidores y aprovechados

Según el estudio de Kurzban i Houser, de la Universidad de Pensilvania, a estas personas les podría catalogar como altruistas. Este colectivo, que representa el 20% de la población, está dispuesto a modificar sus hábitos de consumo y cooperar para combatir la emergencia climática.

Estos ZEO fans promueven la conciencia climática entre la sociedad y tratan de implicar a los seguidores, aquellos que siguen las tendencias predominantes y representan un 60% de la población.

El 20% restante lo forman los “aprovechados”, que no están dispuestos a hacer ningún tipo de sacrificio para poner fin al cambio climático y que, además, tratan de negarlo o se muestran pesimistas ante la posibilidad de hacerle frente.

Gracias a la aparición de movimientos como nuestra Plataforma ZEO, Fridays For Future o grupos de activistas más radicales como Rebellion Extinction, la sociedad va siendo más consciente de que descarbonizar nuestra economía y sistema de consumo, es fundamental para poder cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.

Los movimientos por el clima han señalado a los responsables de la acción climática

Estos colectivos no sólo han extendido la idea de que una solución es posible, si no que también han señalado quiénes son los responsables a los que debemos pedir cuentas. Durante las movilizaciones, miles de manifestantes reclamaron frente a las sedes políticas el cumplimiento de los compromisos climáticos y el establecimiento de objetivos climáticos más ambiciosos.

Actualmente, ya son 137 países los que han marcado el año 2050 como fecha límite para lograr la neutralidad climática. Un hecho que, hace tan solo unas décadas, nos habría parecido una auténtica quimera.

El derrotismo climático puede ser la respuesta más sencilla frente a este problema, pero sin duda, no la más efectiva. El debate no debe ser la viabilidad de combatirlo, si no si estamos tomando las acciones necesarias y si los objetivos son suficientemente ambiciosos para conseguirlo.

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