En el Día Mundial del Agua es importante recordar la situación límite en la que se encuentran los recursos hídricos del Planeta y, concretamente, los de España.

En septiembre de 2023 el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), presentaron el Informe sobre la Gestión de la Sequía en 2023 para alertar sobre la situación del agua en el país.

El estudio reveló que el 14,6% del territorio español está en emergencia por escasez de agua y el 27,4%, en alerta por falta de lluvia. Y es que en 2023 la media de precipitaciones en España estaba un 17,1% por debajo del valor normal de referencia de los mismos meses del periodo 1991-2020.

Como consecuencia de la escasez de lluvias, en los últimos 10 años los embalses han disminuido considerablemente. El informe del Miteco mostró que la reserva hídrica española se encuentra al 37%, con 20.734 hm3 acumulados. Las cuencas del Guadalquivir (19,1%) y las internas de Cataluña (23,3%) son las que atraviesan una situación más grave.

Paradójicamente, el fenómeno climático DANA, que tuvo lugar a principios de septiembre del 2023, provocó múltiples pérdidas y destrozos, pero alivió la humedad del suelo y permitió la recuperación de almacenamiento. Sin embargo, no solucionó los problemas existentes.

De hecho, desde esa fecha, la falta de lluvias y la escasez de agua potable ha llegado a tales niveles, que en febrero de 2024 la Generalitat de Cataluña declaró la Emergencia por Sequía de nivel 1 en cerca de en 239 municipios de 16 comarcas, con duras restricciones.

Y es que, en Cataluña, las cuencas internas están al 15% de su capacidad, una cifra que marca un nuevo mínimo histórico para esta comunidad autónoma. Actualmente, más del 50% del agua del Área Metropolitana de Barcelona no proviene de los embalses, sino que se trata de agua desalada o regenerada. Mientras que, en el pasado, más del 95% del agua que llegaba al área provenía de los ríos.

A la amenaza de la sequía, se le suma también el problema de contaminación del agua. Según Greenpeace, el 44% de los acuíferos en España están en mal estado o son prácticamente irrecuperables. Además, más del 20% del agua está contaminada a causa de la ganadería industrial y los vertidos urbanos e industriales.

Existen un gran número de riesgos que ponen en peligro la salud del agua de nuestro Planeta, desde el vertido de compuestos químicos o la contaminación por microplásticos, hasta las consecuencias del cambio climático.

Sin embargo, antes de analizar el impacto de la crisis climática en el agua, es importante comprender por qué es tan importante para los ecosistemas y la supervivencia de los seres vivos preservar y proteger el agua.

¿Por qué el agua es tan importante para la vida?

El agua es un elemento omnipresente en nuestra sociedad y el Planeta. Se estima que del 50 al 70% del cuerpo humano está compuesto por agua. Precisamente por ello, las personas no son capaces de vivir más de 5 días sin este bien líquido.

La Tierra contiene unos 1.386 millones de kilómetros cúbicos de agua, el 97% se encuentra en los océanos y el 2% permanece congelada. En paralelo, el 97.5% del agua de la Tierra es salada. Esto indica que menos del 1% del agua dulce se encuentra en los lagos, ríos y otras formas superficiales disponibles.

Los científicos aseguran que la vida en la Tierra no hubiese sido posible sin esta sustancia compuesta de dos elementos: hidrógeno y oxígeno.

Seguramente por ello, el agua actúa como “disolvente” natural, actuando como un medio capaz de “transportar” los nutrientes minerales que se encuentran en el suelo, a las plantas y otros seres vivos. De hecho, sin la existencia del agua no serían posibles algunos procesos indispensables para la vida en la Tierra, como, por ejemplo, la fotosíntesis.

La mayor parte del agua no circula. El agua de los océanos, el agua subterránea y la que se encuentra en forma de hielo tiende a circular muy lentamente. De hecho, únicamente circula con rapidez el agua que se encuentra en la superficie, es decir, en la biosfera, la atmósfera y en los ríos.

El ciclo del agua es un fenómeno indispensable para garantizar la generación de alimentos, energía y otros recursos que nos brinda la naturaleza. Además, se trata de un mecanismo clave para regular del clima.

¿Cómo funciona el ciclo del agua?

El ciclo hidrológico o ciclo natural del agua explica cómo se comporta el agua en la hidrosfera, que está formada por toda el agua del planeta Tierra, tanto aquella que se encuentra en la superficie, como la que se mantiene en el subterráneo o el interior de las rocas y el magma.

El ciclo hidrológico tiene en cuenta el agua disponible en la Tierra independientemente del estado en el que se encuentre: líquido, gas o sólido.

En este sentido, los diferentes depósitos de agua de la hidrosfera están conectados entre sí y el agua fluye a través de ellos configurando el ciclo hidrológico.

Este ciclo no tiene principio ni fin, ya que el agua del Planeta cambia constantemente, aunque en algunos casos este cambio sea muy lento o no sea visible para nuestros ojos.

En este sentido, existen diversos procesos conectados entre sí, que configuran este ciclo, como la evaporación, condensación, precipitación o la infiltración.

En los últimos años, el calentamiento global de la Tierra ha dado pie a cambios en el clima, lo que también ha provocado alteraciones en el ciclo del agua. Desde las Naciones Unidas aseguran que el agua se encuentra en el epicentro de la crisis climática.

De hecho, el cambio climático está acelerando tanto la escasez de agua como los peligros relacionados con este recurso (como las inundaciones y sequías), ya que el aumento de las temperaturas altera los patrones de precipitación y todo el ciclo del agua en general.

Evaporación y precipitaciones

El aumento de la temperatura causado por el cambio climático puede aumentar la tasa de evaporación de los cuerpos de agua superficiales – ríos, lagos, estanques, presas y el océano-, los suelos y la vegetación.

Una mayor evaporación de agua de los océanos aumenta la disponibilidad de vapor de agua en la atmósfera, lo que podría afectar a los patrones de precipitación.

Además, el cambio climático puede dar pie a que algunas áreas geográficas experimenten sequías más prolongadas y severas, mientras que otras sean azotadas por lluvias intensas o torrenciales y tormentas.

Todo ello afecta a la cantidad y la distribución espacial de la precipitación, alterando los flujos de agua en el ciclo hidrológico, y también tiene un impacto directo en el ciclo biológico de las plantas. La floración de los vegetales también puede verse afectada por estos cambios provocando malas o nulas cosechas, o bien dando pie a la completa pérdida de los cultivos.

En cierta medida, el cambio climático compromete directamente la seguridad alimentaria de la sociedad, especialmente la de las comunidades rurales o los países en vías de desarrollo.

Deshielo de los glaciares y los polos

Según la Agencia Espacial Europea (ESA), en los últimos veinte años la capa de hielo de los lagos se ha reducido un 22% debido al cambio climático. Entre 1991 y 2011 la capa de hielo ha disminuido entre unos 21 y 38 centímetros, alcanzando su cifra máxima en los últimos seis años.

Es vox populi que el aumento de las temperaturas globales está provocando el derretimiento de los glaciares y las capas de hielo en regiones polares y de montaña. En España, por ejemplo, por primera vez en 108 años, la montaña del Teide, ubicada en la isla de Tenerife, ha pasado el invierno sin nieve.

Es importante recordar que el proceso de deshielo de los polos añade agua extra al ciclo hidrológico, lo que aumenta el nivel del mar incrementando el riesgo de inundaciones y cambiando los patrones de flujo de agua dulce en ríos y cuencas hidrográficas.

Cambio en la distribución de las aguas subterráneas

Las variaciones en la cantidad y la distribución de la lluvia afectan a los cultivos y pueden generar sequía, pero también pueden tener un impacto directo en los acuíferos subterráneos.

El cambio climático provocado por el hombre afecta directamente al proceso de recarga de los acuíferos, que son unos recursos naturales de agua dulce que se sitúan en un nivel superficial en la corteza terrestre.

Además, el aumento de la demanda de agua potable debido al cambio climático – y a la escasez de lluvia-, puede dar pie a que algunas comunidades deban recurrir a los acuíferos para poder tener un suministro hídrico de agua dulce.

Además, la subida de la temperatura ha aumentado la tasa de “Evapotranspiración”, el proceso de Evaporación desde el suelo y desde la superficie cubierta por las plantas, un hecho que ralentiza la recarga de agua de los acuíferos.

Aumento de los fenómenos meteorológicos extremos

En 2022 la OMS publicó el “Atlas de la OMM de mortalidad y pérdidas económicas causadas por fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos (1970-2019)”.

El secretario general de la OMM, el profesor Petteri Taalas, recordó que “la cantidad de fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos está aumentando, y esos episodios serán más frecuentes y graves en muchas partes del mundo como consecuencia del cambio climático”.

El cambio climático puede intensificar los fenómenos meteorológicos extremos tales como huracanes, ciclones tropicales, inundaciones y sequías. Estos eventos extremos tienen un impacto significativo en el ciclo del agua porque alteran los patrones de precipitación y la infiltración del agua en el suelo.

En el Dia Mundial del Agua desde la Plataforma ZEO recordamos que el cambio climático está afectando el ciclo del agua al alterar los procesos de evaporación, precipitación, derretimiento de glaciares y de recarga de acuíferos, pero también tiene un severo impacto en el bienestar humano y la paz mundial.

Porque, tal y como recuerda la ONU, cuando el agua escasea o está contaminada, o cuando las personas tienen un acceso desigual o nulo a la misma, acostumbran a crecer las tensiones entre comunidades y países.

“Más de 3.000 millones de personas en todo el mundo dependen del agua que atraviesa las fronteras nacionales. Sin embargo, solo 24 países tienen acuerdos de cooperación para todos los recursos hídricos que comparten” asegura un artículo de la ONU.

Por este motivo, animamos a la sociedad a ser ZEO -cero emisiones- y tratar de reducir su huella ecológica y, al mismo tiempo, llevar un consumo hídrico más consciente y eficiente. En definitiva, les instamos a cuidar el Planeta y tener en cuenta que sus recursos no son infinitos.

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