En la actualidad, la geoingeniería se plantea como una solución innovadora para combatir el cambio climático. Pero, ahora bien, ¿en qué consiste esta moderna tecnología?

La geoingeniería se define como un grupo de técnicas de manipulación del clima. La geoingeniería, ​ ingeniería climática​​ o intervención climática modificación deliberada y a gran escala del clima terrestre para reducir de forma artificial el calentamiento global de la Tierra. En la década de los 2000, organizaciones como la NASA o la Royal Society empezaron a investigar en el área de la ingeniería climática determinando dos grandes categorías de geoingeniería: Gestión de la radiación solar y Reducción del dióxido de carbono.

Mientras que la primera incidió en poner solución a los efectos generados por la brecha de la capa de ozono -atribuida al consumo excesivo de aerosoles-; la segunda está dirigida específicamente a combatir el aumento de la temperatura planetaria generado por las emisiones de CO2.

Las claves de la Geoingeniería: Absorber CO2 y reflejar la luz solar

Grosso modo, la primera consiste en reflejar más luz solar para que el planeta absorba menos calor, y la segunda en aspirar dióxido de carbono del aire para que la atmósfera acumule menos calor.

Modificar la atmósfera para reducir el calentamiento global de la Tierra está cada vez más cerca, pero la falta de coordinación internacional puede generar tensiones entre países. Ahora bien, ¿es ésta la mejor solución para frenar el cambio climático?

Argumentos en contra de la geoingeniería

Desde que esta ciencia fue presentada a la sociedad, la comunidad climática se ha mostrado dividida sobre si la mejor opción para poner fin a la situación de la emergencia climática es modificar el clima de forma artificial.

Y es que, tal y como han apuntado algunos activistas, la geoingeniería podría ser solo un “parche” para tapar las consecuencias de una sociedad de consumo y explotación incompatible con la vida en la Tierra. Inciden en que la solución más efectiva, a largo plazo, es cambiar la mentalidad de la ciudadanía e instar a personas, empresas, instituciones y países a reducir sus emisiones de CO2.

Por otra parte, activar la geoingeniería abriría un debate acerca de las implicaciones políticas y económicas que provocaría; dado que puede tener consecuencias a nivel global.

En este sentido, un grupo de científicos de la Universidad de Oxford propusieron una serie de principios que se deberían tener en cuenta a la hora de activar la geoingeniería sobre el terreno:

Principio 1: La geoingeniería debe ser regulada como un bien público.

Principio 2: Debe haber participación pública en la toma de decisiones acerca de la geoingeniería.

Principio 3: Divulgación de la investigación sobre geoingeniería y acceso libre a las publicaciones.

Principio 4: Asesoramiento independiente sobre el impacto.

Principio 5: Regulación antes de su implementación.

Se desconocen los efectos de la geoingeniería a largo plazo

En el 2014, un estudio publicado en la revista Nature investigó los métodos de ingeniería climática más comunes y llegó a la conclusión de que son ineficaces o podrían tener efectos secundarios potencialmente graves.

En concreto, se pone en duda la ingeniería climática enfocada a la Gestión de la Radiación Solar (GRS).  Se desconoce cómo podría afectar este tipo de geoingeniería a los procesos de fotosíntesis. Debido a que aun no se ha llevado a cabo ningún experimento de GRS a nivel global, tampoco es posible comprobar los efectos que podría provocar en el ciclo hidrológico del agua.

La Gestión de la Radiación Solar (GRS), podría causar sequías, debido a que el contenido de aerosoles sulfúricos y la reducción de la radiación solar disminuyen las precipitaciones de la lluvia.

En cuanto a la geoingeniería de Reducción del dióxido de carbono, parece ser que aún no se han publicado informes que muestren consecuencias negativas o perjudiciales para la Salud humana.

Argumentos a favor de la geoingeniería

Para frenar el cambio climático, el primer paso es reducir la huella de carbono generada por la humanidad; pero para conseguir esta meta, todas las naciones deben llevar a cabo una transición ecológica y aplicar medidas de mitigación y adaptación. Sin lugar a dudas, algo más complejo que la geoingeniería, y que además, requiere una implicación global y consenso entre países.

Por este motivo, científicos como Ted Parson, profesor de Derecho Medioambiental en la UCLA y coautor del clásico en la materia The Science and Politics of Global Climate Change, apuntan a la geoingeniería como la solución más rápida para poner fin a este problema.

“El cambio climático está empeorando, la primera solución de reducir emisiones, que es claramente la mejor, no está logrando resultados con la rapidez necesaria para evitar riesgos muy graves en las próximas décadas” aseguró el abogado en declaraciones a El Diario.es.

Según el Parson, es poco probable, teniendo en cuenta las limitaciones técnicas y los fracasos actuales de la política, que la humanidad llegue a cumplir con la reducción mínima recogida en el Acuerdo de París 2015.

El objetivo es claro: En los próximos 15 años debemos reducir las emisiones un 80% a nivel global.  Para lograr esta ambiciosa meta, el profesor Parson asegura que la implicación del sector industrial y de la propia ciudadanía no será suficiente. Por eso la geoingeniería se presenta como una óptima solución para ayudarnos a combatir el cambio climático.

Aplicaciones reales de la geoingeniería de RDC

De hecho, en la actualidad, la sociedad ya está aplicando algunas de las técnicas de geoingeniería para la Reducción del dióxido de Carbono (RDC).

Como, por ejemplo:

La aforestación: Plantación de nuevos bosques en lugares donde nunca los ha habido).

La fertilización oceánica con hierro u otros nutrientes: Para aumentar la cantidad de fitoplancton. Estos microorganismos extraen CO2 de la atmósfera mediante la fotosíntesis y al morir, se llevan este CO2 al fondo del mar.

Captura de Co2: Mecanismos para generar energía a través de la captura de CO2, como la Biomasa.

Los efectos adversos potenciales de estos métodos o técnicas podrían causar a corto y largo plazo son mínimos. Especialmente si se llevan a cabo a pequeña escala.

Aunque a lo largo del documento se han tratado de despejar las incógnitas alrededor de la geoingeniería como solución para frenar o reducir el cambio climático, no debemos olvidar la importancia de actuar a nivel personal para poner fin a este fenómeno global.

Por ello estos días se está celebrando la COP26, un encuentro anual para llegar a nuevos acuerdos que nos permitan descarbonizar la economía y migrar a una sociedad ZEO. El primer paso es de los gobiernos, pero la última responsabilidad, recaerá en nosotros.

 

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