Es innegable que, en los últimos años, los informes sobre el impacto del cambio climático a corto y largo plazo han sido un importante motor de la acción climática.
De no ser por la labor de organismos como el IPCC, la FAO (Food and Agriculture Organization), la Oficina Española del Cambio Climático, el Observatorio de Salud y Cambio Climático o la UNFCC, no se hubieran logrado establecer los objetivos mundiales, ni activar algunos mecanismos como los Planes Nacionales de Energía y Clima (PNIEC).
Este tipo de organismos se han encargado de insistir, mediante publicaciones y comunicados, en la urgente necesidad de limitar el calentamiento global de la Tierra por debajo de 1,5ºC con respecto a los niveles pre-industriales.
Pese a que muchas organizaciones y entidades apuestan por un discurso en clave positiva para motivar a empresas, gobiernos, ciudades y comunidades a reducir emisiones y ser ZEO -cero emisiones-, otros prefieren impulsar la transición ecológica desde el alarmismo, el fatalismo o el catastrofismo.
Desde la Plataforma ZEO, no es nuestra intención activar el debate sobre cuál es la mejor forma de promover la conciencia ZEO entre la sociedad. Sin embargo, lo que es evidente es que, independientemente del tono del discurso, gran parte de las personas que no están familiarizadas con el ecologismo, necesitan sentir que la emergencia climática les afectará de forma directa para cambiar.
Conocer el peligro o las consecuencias negativas que tendrá el cambio climático en la salud, las futuras generaciones, los planes de ocio o turismo, y sobre todo para los bolsillos, es el mejor motor para promover un cambio en los hábitos y el sistema de consumo.
Los informes sobre los efectos del cambio climático pueden ser la mejor herramienta para promover la conciencia climática de una forma objetiva. La clave es presentar cifras basadas en la evidencia científica y avaladas por expertos, que permitan a la ciudadanía formarse una opinión propia de lo qué está ocurriendo y de si están dispuestos a contribuir a frenar la emergencia climática.
Con los datos científicos puestos sobre la mesa no es necesario persuadir o tratar de convencer a las personas para que sean ZEO, pues ellas mismas podrán ver la urgencia y la envergadura de esta cuestión.
En este sentido, el 17 de febrero una colaboración de científicos liderada por la Universidad estatal de Oregón (OSU) publicó un nuevo estudio que identifica 27 amenazas climáticas que debemos combatir.
Los bucles de retroalimentación climática amplifican la necesidad de la acción climática
El informe “Many risky feedback loops amplify the need for climate action” publicado en la revista One Earth, revela que algunas de estas amenazas, catalogadas como bucles climáticos, ni siquiera están contempladas por los modelos climáticos en los que se basan la mayoría de informes divulgativos y Planes de reducción de emisiones.
Teniendo en cuenta estas conclusiones, algunos programas, como los Planes Nacionales de Energía y Clima, podrían resultar incompletos o insuficientes para lograr los objetivos ZEO -cero emisiones-: pues no permitirían eliminar de forma correcta el calentamiento global futuro.
Los bucles de retroalimentación climática son factores que desencadenan algunos procesos que intensifican el calentamiento global de la Tierra y empeoran la situación de emergencia climática.
En otras palabras, los “bucles” representan situaciones en las que una alteración causada por el cambio climático puede desencadenar un proceso que provoque aún más calentamiento global.
Bucles de retroalimentación: el pez que se muerde la cola
En el estudio del cambio climático, los bucles de retroalimentación son una especie de “pez que se muerde la cola”.
Un ejemplo de este tipo de bucles sería el calentamiento de la zona del Ártico. Un fenómeno que está provocando el deshielo del polo norte y, al mismo tiempo, elevando la temperatura media de la Tierra.
Y es que, al aumentar el volumen del agua del mar, no solo se incrementa el riesgo de inundaciones o la desaparición de los países insulares, sino que el océano pierde energía térmica y, en vez de reflejar la radiación, empieza a absorberla.
Al absorber esta radiación, la temperatura del mar vuelve a aumentarse e incrementa las posibilidades de que más icebergs y masas de hielo se derritan y acaben de nuevo en el mar.
Los bucles climáticos o retroalimentaciones físicas implican cambios importantes como, por ejemplo, la reducción de la capa de nieve, el aumento de las precipitaciones antárticas o la disminución del hielo marino ártico.
De hecho, los autores señalan que algunos de estos bucles son particularmente preocupantes. El deshielo del permafrost en ecosistemas como la Tundra siberiana es el mejor ejemplo de este tipo de bucles. En este sentido:
- Aumento de las temperaturas debido al calentamiento global Deshielo de permafrost
- Deshielo del permafrost Liberación de más emisiones de CO2 y metano a la atmosfera
- Más emisiones de CO2 y metano a la atmosfera. Aumento de las temperaturas
Otras retroalimentaciones potencialmente peligrosas provocadas por el cambio climático son la sequía, el retroceso de los bosques o la combustión lenta de las turberas.
Estas últimas constituyen un tipo de humedal en el cual se acumulan una serie de capas de material orgánico en estado de descomposición en la superficie. Durante ese proceso de descomposición, las turberas liberan grandes cantidades de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a la atmosfera.
El informe también ilustra mediante un mapa, ejemplos de los lugares o zonas geográficas en los que es más probable que se produzcan determinados bucles de retroalimentación positiva. No todas las consecuencias del cambio climático podrían ser negativas para el mismo. Si cambiamos la óptica a través de la cual analizamos los bucles de retroalimentación veremos que aún hay esperanza.
La cara B: los bucles de retroalimentación positiva
Por ejemplo, la imagen A explica como el derretimiento o la no formación de hielo marino podrían dar pie a una disminución del albedo, es decir, la propiedad que tiene un cuerpo, objeto o superficie de reflejar una radiación incidente
En este sentido, al no existir icebergs o las capas de nieve, la luz solar no se reflejaría tanto a la atmosfera y, por tanto, no provocarían un incremento de la temperatura del Planeta.
En el caso de la C, la desecación y el incremento de la vulnerabilidad a los incendios, provocaría una disminución del carbono orgánico del suelo. Un hecho que implicaría una reducción de la liberación de emisiones de CO2 a la atmosfera por parte de este tipo de fauna.
En el caso de la E, el cambio en la distribución y propiedades ópticas de las nubes podría provocar alteraciones en el albedo de las nubes y reduciría el efecto invernadero.
¿Cuál es el mensaje final del informe?
Al final del informe, los investigadores alertan de que es necesaria más investigación con respecto a los modelos climáticos y un recorte acelerado de las emisiones a nivel global.
Esta colaboración internacional de científicos, dirigida por investigadores de la Universidad Estatal de Oregón (OSU), en Estados Unidos, también proporciona una hoja de ruta a los responsables políticos para que puedan evitar las consecuencias más graves del cambio climático.
Y es que debemos responder a la crisis climática actuando “tanto en investigación como en política” para reducir de manera “inmediata y masiva” las emisiones y limitar el calentamiento futuro.
El profesor de la OSU William Ripple asegura que “en el peor de los casos, si los bucles climáticos son lo suficientemente fuertes, es probable que el resultado sea un trágico cambio climático que supere todo lo que el ser humano puede controlar”.
Es por eso que este investigador, que también participó en la realización del informe, insta a activar “una transición rápida hacia una ciencia integrada de los sistemas terrestres, porque el clima sólo puede comprenderse plenamente si se tienen en cuenta el funcionamiento y el estado de todos los sistemas terrestres en su conjunto”.
Sin embargo, llegar a este tipo de sistema requerirá de una cooperación a gran escala que implique a gobiernos, científicos y ciudadanos. Contar con nuevos modelos climáticos proporcionaría mejor información a los responsables políticos a la hora de tomar decisiones y establecer sus Planes de reducción de emisiones.
Para lograr una sociedad ZEO debemos contar con toda la información y recursos posibles. Por eso los bucles climáticos deben ser conocidos por todo el mundo.
Graduada en Periodismo por la UAB con mención en Sociedad y Cultura. Anteriormente publicando para La Vanguardia en ámbitos de RSC, Empresas, Alimentación y Salud. Máster de Comunicación&Marketing Digital en INESDI y Responsable de Comunicación de PlataformaZEO.