En el 2015, coincidiendo con el año de aprobación del Acuerdo de París, en las Naciones Unidas se aprobó también la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se definieron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para mejorar la vida de las personas, impulsar la transición ecológica justa y reducir las consecuencias derivadas del calentamiento global de la Tierra.
Se definieron 17 objetivos para “transformar el mundo”. Son objetivos que incluyen desde la eliminación de la pobreza o el hambre, hasta la lucha por la igualdad de género, hacer frente al cambio climático, la promoción de la educación, la igualdad de la mujer, la defensa del medio ambiente o el diseño de nuestras ciudades.
Bajo este escenario, algunos colectivos y grupos sociales no han dudado en mostrar su apoyo a esta iniciativa de la ONU, pero también en señalar cómo aun falta un largo camino por recorrer en el ámbito de la inclusión y la igualdad.
Un ejemplo de ello es el movimiento asociativo de personas con discapacidad que, en los últimos años, ha alertado sobre la necesidad de un “modelo de desarrollo sostenible más inclusivo”. El delegado del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) para los Derechos Humanos, Jesús Martín, lamentó que actualmente “no se tiene plenamente en cuenta la realidad de este grupo social a la hora de formular políticas públicas”, y esto incluye también a las del carácter ambiental.
Según Martín, cualquier decisión política debe estar alineada con los instrumentos de derechos humanos que estaban vigentes con anterioridad, como, por ejemplo, la Convención de la ONU sobre Discapacidad.
En este sentido, el colectivo asegura que los ODS asumidos en la Agenda 2030 marcan una hoja de ruta en términos de inclusión, para poder afrontar estos desafíos, y son una oportunidad para lograr que se cumplan los tratados de Derechos Humanos.
La mayoría de los ODS permiten mejorar la calidad de vida o el bienestar de los colectivos en riesgo de exclusión social. Porque precisamente la misión de esta Agenda 2030, también es reducir las desigualdades y trabajar por una sociedad justa capaz de garantizar los derechos humanos básicos.
Es por eso que, en las próximas décadas, debemos llevar a cabo una transición ecológica justa, pero sobre todo inclusiva.
La educación ambiental es clave para introducir al colectivo en la lucha climática
El primer paso para lograr una transición ecológica inclusiva es eliminar las barreras de la accesibilidad que no dejan que las personas con discapacidad sean agentes activos en la lucha contra el cambio climático. El CERMI ha reclamado una mayor participación del colectivo en el movimiento ecologista para así “sumar más voces a la agenda verde y teñirla de inclusión”. Ahora bien, ¿cómo podemos conseguirlo?
1. Educación ambiental
A través de la educación ambiental de las personas con discapacidad.
La red Plena Inclusión asegura que es fundamental concienciar a las personas con discapacidad intelectual o de movilidad, de su papel en el cambio climático y su responsabilidad ciudadana de combatir la crisis climática.
Y esto no sólo quiere decir mostrarles los cambios sostenibles que deben llevar a cabo para reducir su huella ecológica (reciclaje, reducir consumo de carne, energía limpia), sino implicarles en actividades relacionadas con la acción climática. Es necesario que el colectivo aumente su participación en manifestaciones, encuentros sobre sostenibilidad e inclusión y conferencias internacionales. Porque en la construcción de esta nueva sociedad ZEO, su voz también importa y merece ser escuchada.
De este modo, estas personas no quedarán excluidas de la nueva “corriente verde” que se está extendiendo por toda nuestra sociedad, empresas, economía, escuelas, ámbito universitario, cultura, arte, etc.
2. Empleo sostenible
Elena Antelo, la directora gerente de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE), explicó a EFE Verde que “la generación de empleo verde inclusivo empodera al colectivo y mitiga su elevada tasa de desempleo y pobreza”.
Y no sólo eso: “muchas de las iniciativas están localizadas en zonas rurales, lo que, al mismo tiempo, permitiría arraigar la población en estos territorios y combatir el alarmante fenómeno de la despoblación”.
El empleo verde podría ayudar a reducir la tasa de desempleo de las personas con Discapacidad
A lo largo de las últimas décadas, se han recogido múltiples evidencias que demuestran la idoneidad de las personas con discapacidad para llevar a cabo este tipo de modelo de empleo. Sin embargo, la contratación en nuevos proyectos verdes o sostenibles de personas de este colectivo aun sigue siendo muy residual.
Y es que, para lograr la inclusión en este tipo de contratación, antes se debe analizar la potencialidad de trabajo y las necesidades de apoyo que requerirá la plantilla. Gracias a este análisis se lograría un plan de trabajo inclusivo y eficiente al mismo tiempo.
Desde la COCEMFE aseguran que las personas con discapacidad, que representan un 15% de la población mundial, “comprenden y valoran la contribución que desarrollan en este tipo de trabajos”. Además, tal y como recogen múltiples estudios, presentan una mayor sensibilidad con la naturaleza, y sus aptitudes se ajustan perfectamente al perfil profesional que requiere la economía verde y circular.
3. Acceso a productos sostenibles
En los últimos años, muchas personas se han quejado del elevado precio de los productos y servicios sostenibles. En este sentido, el colectivo de personas con Discapacidad también ha criticado la dificultad para acceder a artículos de origen ecológico con un impacto ambiental bajo debido a que suelen ser muy caros.
Por ejemplo, se deben impulsar más alternativas sostenibles para productos como los bastones, las sillas de ruedas, los andadores o las muletas que otorgan autonomía a las personas con movilidad reducida.
En línea con el objetivo 11 de “Ciudades y Comunidades sostenibles”, debemos hacer las ciudades y comunidades más accesibles y sostenibles para todos los individuos que viven en ella; Conseguir que las personas con discapacidad puedan desplazarse con total tranquilidad y en solitario por el entorno en el que quieran.
Solamente de esta forma conseguirán que se sientan incluidas dentro de la sociedad y participen de las actividades que se organizan en ellas sintiéndose uno más de la comunidad.
4. Impacto en la Salud
Una de las razones por las cuales el colectivo de personas con discapacidad debe ser tenido en cuenta en la creación de cualquier política o plan de sostenibilidad es porque será uno de los más afectados por las consecuencias del cambio climático.
La emergencia climática está ligada a la salud de las personas. Por eso las personas con discapacidad que padecen enfermedades crónicas están más expuestas a los efectos del cambio climático en la salud. Y no sólo en la salud general, sino también en la salud mental.
Además, una de las consecuencias inmediatas del cambio climático será la escasez de agua. En este sentido, para las personas con problemas de movilidad que residen en comunidades y países en vías de desarrollo, conseguir agua potable puede suponer un reto imposible.
Actualmente, la inclusión de los colectivos de personas con discapacidad se ve reflejada en la mayoría de los ODS, especialmente en el ODS 4, educación inclusiva y de calidad, ODS 8, crecimiento económico, pleno empleo y trabajo decente, en el ODS 10, sobre la reducción de las desigualdades, y el ODS 11, sobre ciudades y comunidades inclusivas y sostenibles.
Por este motivo, en el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, desde la Plataforma ZEO defendemos que una sociedad ZEO debe ser cero emisiones, sostenible, justa e inclusiva.
Graduada en Periodismo por la UAB con mención en Sociedad y Cultura. Anteriormente publicando para La Vanguardia en ámbitos de RSC, Empresas, Alimentación y Salud. Máster de Comunicación&Marketing Digital en INESDI y Responsable de Comunicación de PlataformaZEO.