En los últimos años hemos sido testigos del creciente número de refugiados climáticos en el mundo. Si bien, a lo largo de la historia, los desastres naturales y la sobreexplotación de algunos recursos y terrenos habían provocado migraciones innecesarias en ciertas zonas o regiones, ahora la mayoría de estas migraciones se deben a las consecuencias del cambio climático.
Los cambios en el clima, como los periodos de sequía, una mayor frecuencia de fenómenos climáticos extremos, la acidificación de los mares y océanos o la desertificación, y también los cambios provocados directamente por el hombre, como la expropiación de tierras o la deforestación, están impactando en los medios de vida en la población.
Algunas comunidades se han visto desprovistas de su capacidad para sobrevivir en sus tierras natales. La proliferación de virus debido al aumento de las temperaturas y los cambios en las estaciones y el clima, ponen en riesgo su salud y seguridad alimentaria.
Según los últimos datos de las Naciones Unidas, en 2019 alrededor de 2.000 desastres ambientales generaron 24,9 millones de desplazamientos internos en 140 países. Esta es la cifra de migraciones climáticas más alta registrada desde 2012 y, además, es tres veces el número de desplazamientos causados por las guerras o los conflictos armados.
El IPCC alerta que la explotación del suelo y la escasez de agua influirán en los patrones de migración
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), alertó en múltiples ocasiones, que la explotación del suelo para la agricultura y la ganadería y el agotamiento de recursos naturales vitales como el agua dulce afectarán directamente a los patrones de migración. Por otra parte, el Banco Mundial ha asegurado que, si no se toman medidas, como el establecimiento de planes de mitigación, para 2050 contaremos con 143 millones de migrantes climáticos.
Además, los cambios en el caudal de los ríos y las sequías también darán pie a un aumento de las migraciones climáticas. Según el informe de la FAO de 2019, “Estrés hídrico y migración humana”, la escasez de agua, acentuada por el cambio climático, está provocando movimientos migratorios en todo el mundo.
La destrucción y la pérdida de los cultivos debido a las inundaciones, la explotación excesiva de algunas zonas de pesca e incluso la desaparición de algunos ríos o embalses, han provocado una creciente inseguridad alimentaria y el desplazamiento de miles de personas.
Según el Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC), a finales de 2019, alrededor de 5,1 millones de personas en 95 países y territorios se desplazaron a causa de desastres ocurridos en ese mismo año y años anteriores.
Es por eso que diversos organismos como la ACNUR y partidos políticos están luchando para que se reconozca la figura del refugiado climático a nivel legal. Aunque diversos medios de comunicación y agendas políticas utilicen el término “refugiado climático”, lo cierto es que aun no existe ene el derecho internacional.
Por el momento, únicamente se considera “refugiados” a aquellas personas que han cruzado la frontera internacional debido a un temor ocasionado por motivos de raza, religión, nacionalidad u opinión política
África: El continente más afectado por el cambio climático
Pero el fenómeno de las migraciones climáticas se está produciendo de forma desigual en el planeta. Así lo confirma el ensayo de la periodista Aurora Moreno, “El Cambio Climático en África: efectos, estrategias de adaptación y soluciones desde el continente”, que ganó el premio de ensayo de Casa África.
El ensayo ahonda en la cuestión de que, aunque los efectos del cambio climático estén teniendo lugar en todo el mundo, los impactos serán más grandes en algunos lugares determinados.
Es el caso de los pequeños estados insulares, que, debido a la subida del nivel del mar -causada por el deshielo de los polos-, están desapareciendo. En las Islas Carteret, en Papua Nova Guinea, más de la mitad de la población, censada en 6.000 habitantes, está siendo reubicada a la isla vecina de Bouganiville: miles de familias han perdido sus hogares.
Por otra parte, en el documental Anote’s Ark filmado por el fotoperiodista canadiense Matthieu Rytz se muestra la lucha de los habitantes de Kiribati, un archipiélago del Pacífico que lleva desde 1989 en alerta por la subida del nivel del océano. Los 100.000 habitantes del país llevan años viviendo con un constante riesgo de inundación y muchos de ellos, han emigrado dejando las islas en busca de seguridad.
A lo largo de la última década, el presidente de Kiribati, Anote Tong, ha recorrido todo el mundo tratando de visibilizar este problema: visitando la ONU, las Cumbres Clímáticas, apareciendo en programas de televisión, etc. El mandatario recordaba la injusticia de ser un país sometido al fenómeno global del cambio climático, y al mismo tiempo, uno de los que tiene menos responsabilidad sobre el mismo.
En este sentido, África será el conteniente más afectado por las consecuencias del cambio climático, a pesar de ser el que menos ha contribuido al mismo.
En el ensayo de Aurora Moreno, se muestran los problemas y los fenómenos migratorios que ocasionará la disminución de recursos hídricos en algunos lugares como el Lago Chad, o la contaminación de las superficies de agua dulce. En África las sequías prolongadas y la recurrencia de fenómenos meteorológicos extremos afectarán a las comunidades costeras.
Además, el cambio climático impactará de forma directa sin tener en cuenta el nivel adquisitivo o la pobreza. Aunque se espera que las mujeres sean las más afectadas por el mismo, “tanto en los países de ingresos bajos como en los de ingresos altos, los efectos ambientales en la migración son más débiles, presumiblemente porque o bien las personas son demasiado pobres para salir y quedan básicamente atrapadas, o bien, en los países ricos, tienen suficientes medios financieros para absorber las consecuencias”.
Así lo confirma el economista Roman Hoffman del Instituto de Demografía de Viena a Ágora Diario. “Es principalmente en las regiones con ingresos medios y dependencia de la agricultura donde vemos fuertes efectos” añade el experto.
Pese a este duro pronóstico para el continente, existen alternativas y planes de mitigación que pueden ayudar a África a ser más resiliente y combatir estos negativos efectos.
La apuesta por las energías renovables y los sistemas de purificación y recolección de agua, o bien la construcción de la gran Muralla Verde Africana, son algunas de las propuestas verdes que se están llevando a cabo. Estos pequeños esfuerzos permiten reducir ciertos riesgos y ayudan a mejorar la calidad de vida de algunas comunidades.
Gracias a ellos, también será posible reducir el índice de migrantes climáticos, especialmente en aquellos países comprometidos con la acción climática y la mitigación de los efectos del cambio climático.
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