El informe del IPCC “Climate Change 2022. Impacts, Adaptation and Vulnerability”, alerta de que es veinte veces más barato mitigar el cambio climático que vivir con él.

Los expertos de este panel intergubernamental de las Naciones Unidas aseguran que, si observamos la situación con perspectiva, es mucho más asequible para la humanidad reducir la huella de carbono y lograr una sociedad ZEO, que invertir en estrategias, mecanismos y acciones para reducir los impactos del cambio climático.

Es evidente que la situación actual requiere que los gobiernos establezcan estrategias en ambas direcciones. Sin embargo, si consiguiéramos reducir de forma real las emisiones de CO2, lograríamos frenar el cambio climático y, por lo tanto, no necesitaríamos activar nuevos planes y acciones de adaptación al mismo.

En su libro, “Contra el Futuro”, la periodista y ambientalista Marta Peirano lleva a cabo una interesante radiografía sobre en qué punto nos encontramos en el camino hacia la descarbonización de nuestra sociedad y economía, y las trabas que nos estamos encontrando.

Las consecuencias del cambio climático demandan medidas de adaptación

Hoy en día nadie puede negar los efectos negativos del cambio climático. El incremento de la temperatura de la Tierra, debido a un exceso de las emisiones GEI generadas por el hombre, ha dado pie a una serie de fenómenos climáticos extremos que están poniendo en peligro la supervivencia de la biodiversidad y de algunas comunidades.

Los episodios de lluvias extremas, los periodos de sequía, la desertificación, la acidificación de los océanos, los incendios forestales, etc. Día a día, los efectos del cambio climático ponen en peligro la vida de miles de familias y comunidades rurales.

Las personas que viven en países en “Riesgo Climático Global a Largo Plazo” deben hacer frente a un peligroso incremento de la inseguridad alimentaria, pérdida de tierras, escasez hídrica, migraciones climáticas, proliferación de enfermedades causadas por patógenos, etc.

Marta Peirano nos recuerda que “el planeta no está preparado para lo que viene, aunque sabemos que viene”. Además, todo apunta a que, en los últimos años, pese a contar con expertos de alto nivel, muchos países han tomado decisiones para protegerse de las consecuencias del cambio climático, que han sido contraproducentes para el mismo o para la preservación del Planeta.

Un ejemplo de ello es la construcción de la carretera de circunvalación costera de Bombay, que incluye un túnel submarino de 3 kilómetros de longitud provisto de dos tubos con dos carriles.

Esta infraestructura tenía el objetivo de proteger el tráfico de la ciudad de la subida del nivel del mar. Sin embargo, tal y como han apuntado múltiples biólogos y ambientalistas, ha provocado efectos negativos para la fauna y la flora costeras, y ha puesto en peligro la subsistencia de los pescadores locales.

Yakarta creará 17 islas artificiales para prevenir la inundación de la ciudad

Otro ejemplo de mala gestión es el de la ciudad de Yakarta, una urbe construida sobre tierras pantanosas y atravesada por trece ríos que tienen los días contados debido a la subida del nivel del mar.

Para hacer frente a este problema, la ciudad ha activado un proyecto a través del cual logrará “salvar la ciudad”, construyendo 17 islas artificiales frente a la costa, edificando una autovía que las conecte con el centro de la urbe y construyendo una gran muralla de 40 kilómetros de largo y 24 metros de alto desplegada en el mar para impedir el avance del océano sobre la ciudad.

Sin embargo, el gran problema del proyecto, llamado la Gran Garuda, es que sus instalaciones no serán capaces de acoger a los diez millones de ciudadanos de Yakarta. Además, tanto la construcción del muro, como de la carretera que las conectará, requerirán un forzoso desalojo de los habitantes que viven a las afueras de la ciudad, donde se encuentran los barrios más pobres

Miles de familias de Yakarta con recursos limitados se quedarán sin hogar. En estos casos, es importante dejar espacio a la reflexión, ¿de qué sirven las medidas de adaptación si sólo benefician a unos y dejan fuera a los colectivos más vulnerables?

En este sentido, existen una serie de planes y protocolos de adaptación que pueden ser un ejemplo a seguir para otras ciudades y/o regiones. Estos destacan debido a que incluyen instrucciones precisas, actividades y acciones para todos los niveles, ya sea de alerta por calor, inundación, tsunami, huracán, etc.

El ejemplo de Cuba: un país súper preparado para hacer frente al cambio climático

Cuando se trata de adaptación al cambio climático hay un país que parece haber sabido exactamente como dar en el clavo. Hace treinta años que Cuba activó una estrategia para incrementar su resiliencia frente a todo tipo de fenómenos climáticos extremos. Cuba creó en su día un ejército civil contra los huracanes, que ahora les protegerá también de los efectos del cambio climático.

Y es que la media anual de acontecimientos climáticos extremos en la cuenca del Atlántico es de 12 tormentas tropicales y 6 huracanes de la categoría 3 a la 5. Aunque los cubanos están más cerca de la ruta del ciclón, en la isla caribeña casi nunca hay muertes.

Y la principal razón de esto es que el sistema de cooperación masiva que ha creado este país, llamado Defensa Civil. Se trata de un programa nacional de prevención, evacuación, salvamento y recuperación que implica a toda la población, al menos, una vez al año.

De hecho, este Plan prepara y entrena, como si se tratara de marines de combate, a todo tipo de instituciones locales para ejecutar las medidas de prevención de riesgo. Y esto incluye a las autoridades, los centros de atención sanitaria y las escuelas e institutos.

Cuando decidieron crear el programa en el año 1986, planificaron la construcción de 68 estaciones de vigilancia permanentes, que sirven para alertar al cuerpo de Defensa Civil, y establecieron un plan para preparar a la ciudadanía para que pudieran responder frente a las crisis a nivel nacional. Cuando hay una alerta, el jefe del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil gestiona una operación especial con ayuda de la red de radioaficionados cubana, mucho más robusta y fiable que la red telefónica o internet.

En este sentido, la ciudadanía cubana opera como un ejército civil con cargos a un nivel provincial, municipal y local, pero también a una escala micro, desde los barrios y calles.

El Ejercicio Meteoro es un simulacro para activar una respuesta coordinada ante fenómenos climáticos extremos

De hecho, en Cuba cada año llevan a cabo el Ejercicio Meteoro, un simulacro que dura tres días, que sirve para adiestrar a la población sobre las medidas de prevención y contención de peligros, y practicar maniobras de protección y evacuación.

El Ejercicio Meteoro permite comprobar si los sistemas de aviso funcionan correctamente, actualizar las prácticas y medidas llevadas a cabo por los sistemas sanitarios y racionalizar recursos como el agua, la energía y la comida.

Los vecinos se organizan para realizar labores de prevención directa alrededor de su bloque, desde asegurar ventanas y tejados hasta podar árboles cuyas ramas puedan resultar peligrosas. También limpian y desbrozan cuevas, alcantarillas y túneles donde se acumula el agua, para prevenir inundaciones. Cada ciudadano cubano tiene una tarea encomendada y contribuye a que la crisis o el fenómeno climático, sea cual sea, genere el menor impacto en sus vidas.

De este modo, cuando llega un huracán de verdad y se activa la Alerta Ciclónica, todo el mundo sabe qué debe hacer y los responsables de cada distrito toman el control y disponen de todos los recursos del Estado a su disposición.

Cuba decidió activar este Protocolo de prevención y adaptación cuando en el año 1963 un huracán de categoría terminó con la vida de 1.500 personas.

Según dijo el propio comandante Fidel Castro durante uno de sus discursos “estos fenómenos no ocurren con frecuencia, pero debemos estar preparados cada vez más y cada año más contra esos fenómenos naturales: sequías, ciclones, inundaciones”.

Marta Peirano añade en su interesante libro: “la lección es el protocolo que ha salvado miles de vidas en las últimas décadas en un país pobre que se une contra la catástrofe sin necesidad de Facebook, Twitter, Google, Maps o Slack”.

Todo esto nos muestra que, al cambio climático, independientemente de si se trata mitigarlo o adaptarse a él, es mejor combatirlo de forma colectiva. La única forma de lograr una sociedad ZEO -cero emisiones-, es que todos nos impliquemos en reducir emisiones y ser más sostenibles.

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