Pese a que las primeras investigaciones y hallazgos sobre el cambio climático datan del 1850, no ha sido hasta esta última década cuando la comunidad internacional se ha puesto “seria” con el asunto, y ha empezado a definir las pautas para articular una transición ecológica justa a todos los niveles.

En esta última COP28 finalmente los países han llegado a un acuerdo y se han comprometido al abandono definitivo de los combustibles fósiles.  Después de 15 días de borradores que no llegaban a las expectativas de la comunidad climática y una intensa noche de debate, durante la COP28 de Dubái se aprobó definitivamente la transición para el fin de los combustibles fósiles.

Ahora bien, ¿por qué ahora? ¿Cuál es el motivo por el que finalmente los países han decidido tomar este importante paso a favor de la salud del Planeta y la supervivencia de los ecosistemas?

Las causas pueden ser muy variadas y ampliamente debatidas. Sin embargo, hay una que es incuestionable. El motivo por el que los países han decidido activar la transición a la energía limpia y articular una sociedad ZEO -cero emisiones-, es que ya no pueden negar más la realidad.

En los últimos años, las consecuencias del cambio climático se han hecho mucho más evidentes para nuestra sociedad y han llegado a oídos de todas las esferas sociales y personas. Los fenómenos climáticos extremos, la subida generalizada de las temperaturas, seguidos de la sequía y la subida del nivel del mar son algunos de los problemas que amenazan a millones de personas en todo el mundo.

Sin embargo, existen algunos colectivos y comunidades particularmente afectadas por los impactos del cambio climático. El calentamiento global de la tierra azota con más fuerza a determinados países o regiones geográficas, por ejemplo, a naciones muy cálidas, comunidades polares o países insulares, pero también a segmentos de la población concretos.

¿Cuáles son los colectivos más afectados por el cambio climático?

A menudo, estos grupos deben hacer frente a desafíos adicionales debido a factores socioeconómicos, políticos, biológicos y culturales. En este sentido, para lograr una transición ecológica justa que no deje a nadie atrás y construir una sociedad ZEO, resulta fundamental analizar las desigualdades y definir estrategias que nos permitan alcanzar soluciones más inclusivas y sostenibles.

Todo ello facilitará a la comunidad internacional y los organismos estatales dedicados a esta área, el establecimiento de políticas capaces de mitigar el impacto del cambio climático en estas poblaciones especialmente vulnerables.

  1. Comunidades pobres

Aquellas personas con una renta e ingresos bajos suelen carecer de los recursos necesarios para adaptarse a las consecuencias del cambio climático. Por ejemplo, les costará más recuperarse y hacer frente a un temporal extremo, un terremoto, un huracán o una borrasca.

  1. Países en vías de desarrollo

Tal y como se ha comentado a lo largo de los últimos años en las conferencias internacionales, los países en vías de desarrollo son los que menos han contribuido al cambio climático. Sin embargo, y paradójicamente, son los que más están sufriendo sus consecuencias.

Las naciones con economías menos desarrolladas suelen ser más vulnerables debido a la falta de infraestructura, sistemas de alerta temprana y capacidad para hacer frente a desastres naturales y fenómenos climáticos extremos.

En paralelo, para estos países es mucho más difícil articular una transición ecológica, pues no disponen de dinero para invertir en tecnología verde y soluciones sostenibles. Precisamente por ello, durante la pasada COP27 se aprobó un fondo para financiar las pérdidas y daños provocados por las consecuencias del cambio climático, que fue calificada como histórica.

  1. Poblaciones indígenas

 La mayoría de comunidades indígenas dependen directamente de los recursos naturales para su subsistencia y tienen una conexión profunda con la tierra. El cambio climático, junto a la urbanización y la deforestación, afecta directamente su modo de vida y sus medios de subsistencia.

La subida de las temperaturas y los cambios en el clima han afectado de manera directa a los ciclos de cultivo y los movimientos migratorios de los animales, poniendo en peligro la supervivencia de los indígenas y generando un gran número de migraciones climáticas.

  1. Población infantil

UNICEF culpa directamente al cambio climático del empeoramiento de la salud de los niños de países en vías de desarrollo y en situación de pobreza. Y es que los cambios en el clima intensifican las sequías, las inundaciones y las olas de calor. Estas condiciones climáticas, al mismo tiempo, incrementan la propagación de “los peores enemigos de la supervivencia infantil como la desnutrición, la malaria o la diarrea”.

El cambio climático incrementa el riesgo de padecer determinadas enfermedades. Greenpeace recuerda que el cambio climático ha alterado drásticamente la biodiversidad del planeta, lo cual favorece la transmisión de patógenos causantes de enfermedades tales como dengue, paludismo, asma, tuberculosis, ébola, fiebre amarilla, cólera, diarrea, parásitos intestinales, hipotermia, tracoma, peste.

Además, es importante recordar los niños son particularmente vulnerables debido a su dependencia de adultos, su limitada capacidad para entender y gestionar riesgos, y los posibles impactos en su salud y desarrollo.

5. Personas mayores

 Las personas mayores acostumbran a tener menos capacidad para adaptarse a cambios rápidos en su entorno. Esto les hace especialmente vulnerables a los desastres naturales y a los cambios bruscos de temperatura. Por este motivo, el calor y los eventos climáticos extremos pueden poner en riesgo su salud.

En paralelo, diversos estudios demuestran que la mala calidad del aire empeora los trastornos respiratorios comunes en los adultos mayores, como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). La contaminación del aire también acentúa el riesgo de ataques cardíacos en los adultos mayores, en especial, en los que tienen diabetes o presentan un cuadro de obesidad.

6. Agricultores y comunidades rurales

 Los cambios en los patrones del clima afectan directamente a la producción de alimentos y la seguridad alimentaria. El creciente incremento de las temperaturas ha convertido plantaciones y explotaciones agrícolas ubicadas en zonas muy cálidas, en zonas completamente incultivables.

En los últimos años, la temperatura media del planeta se ha incrementado cerca de 1,5ºC -con respecto a los niveles industriales-, lo que ha provocado la debilitación del cultivo, la contaminación e incluso tener que desechar los productos debido a los constantes cambios de temperatura y las sequías.

Además de estos grupos y colectivos vulnerables, existe un gran colectivo que representa cerca del 50% de la población mundial, que también se encuentra profundamente afectado por el cambio climático: las mujeres.

En muchas sociedades, las mujeres deben enfrentar desafíos adicionales debido a la crisis climática. Y es que de ellas dependen tareas como la obtención de agua y alimentos. De hecho, en muchas comunidades las mujeres son las responsables de la producción de alimentos y la gestión de recursos naturales. En este sentido, el cambio climático afecta negativamente a la disponibilidad de alimentos y acceso a recursos, aumentando la carga de trabajo y la inseguridad alimentaria para las mujeres.

En paralelo, debido a la desigualdad existente, las mujeres son más propensas a sufrir los impactos sociales y económicos ocasionados por las consecuencias del cambio climático.

El cambio climático afecta más a las mujeres que a los hombres

Aunque pueda parecer una exageración o una hipótesis poco válida, múltiples investigaciones y estudios demuestran la veracidad de esta afirmación.

La primera de ellas viene dictaminada por la ONU. En 2020 este organismo internacional publicó un informe en el que se recordaba que las probabilidades de morir después de un evento climático extremo son 14 veces más altas para las mujeres que para los varones.

De hecho, el 80% de las personas desplazadas por desastres relacionados con el clima en todo el mundo son mujeres, de acuerdo con datos del Banco Mundial.

Es evidente que el calentamiento global de la Tierra tiene un impacto directo en la salud de las personas. Y en este caso, las mujeres salen peor paradas que los hombres.

Una investigación llevada a cabo en Suiza sobre las muertes asociadas al incremento de las temperaturas durante los tres veranos más calurosos del país descubrió que el 60% de los fallecidos eran mujeres.

De las 1.500 personas que murieron durante los veranos de 2015, 2018 y 2.019, 900 fueron mujeres. Los investigadores del estudio impulsado por KlimaSeniorinnen aseguraron que existen “evidencias de que las complicaciones relacionadas con olas de calor o de frío afectan más a las mujeres que a los hombres, sobre todo, a las embarazadas”.

Otro informe del IPCC de la ONU sigue ahondando en esta diferencia, pero desde una perspectiva ocupacional y de salud mental: “los eventos climáticos resultan en un mayor estrés asociado a mayores cargas de trabajo para las mujeres y mayor mortalidad en comparación con los hombres”.

El cambio climático también acentúa problemas ya existentes y las desigualdades de género. Tal y como recoge el medio de comunicación El Público, uno de los efectos inmediatos de la emergencia climática es el incremento de los casos de violencia de género.

Y es que, del mismo modo que sucede durante los conflictos bélicos, el cambio climático desestructura la sociedad y vertebra a las comunidades. En este sentido, los entornos se vuelven más violentos y la agresividad se torna contra el eterno colectivo más castigado de la historia: las mujeres.

También es importante recordar que el cambio climático puede afectar a la salud reproductiva de las mujeres. Algunos estudios sugieren que los cambios en los patrones climáticos, como las temperaturas extremas, pueden afectar a la fertilidad o al ciclo menstrual. También pueden aumentar los riesgos para la salud durante el embarazo y el parto, especialmente en entornos con servicios de salud limitados.

Las mujeres están más comprometidas con la acción climática que los hombres

Las mujeres han sido las más afectadas por el cambio climático; pero también las más conscientes de sus impactos y las más decididas a ponerle fin. Las encuestas demuestran que las mujeres tienen más en cuenta los impactos del cambio climático a la hora de contratar un servicio o comprar una marca.

Según la Encuesta del Banco de Inversiones (2019), el 77 % de las mujeres españolas tenía en cuenta los efectos del consumo en el Planeta y el cambio climático, mientras que este porcentaje es un 10 % inferior en el caso de los hombres.

De hecho, las mujeres han sido las que han liderado las protestas ecologistas durante el último medio siglo.

Tal y como explica la filósofa feminista Alicia Puleo a EFE Verde, “podemos decir, por un lado, que las mujeres, con su presencia en los movimientos ecologistas, manifiestan su preocupación por el futuro, pero no tienen suficiente voz y representación en ellos”.

Según Alicia Puleo, en el último tercio del siglo XX, “el renacer del feminismo se dio paralelamente al surgir el ecologismo y ambos fueron considerados, por algunos estudiosos de las ciencias sociales, como nuevos movimientos sociales, en tanto que no planteaban reivindicaciones económicas, sino del orden de la calidad de vida como, por ejemplo, un medio ambiente menos contaminado o relaciones personales menos jerárquicas”.

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