Los bosques son el pulmón de nuestro Planeta. Son ecosistemas que absorben CO2 y lo almacenan a través de los árboles durante largos periodos de tiempo. Y es que los árboles son la mejor tecnología de captura de carbono del mundo: cuando llevan a cabo la fotosíntesis, extraen dióxido de carbono del aire, lo fijan en azúcar y posteriormente liberan oxígeno. Paralelamente, los árboles utilizan este azúcar para hacer crecer la madera, las ramas y las raíces que lo sustentan.

Es por eso que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los considera indispensables y estratégicos para mitigar el cambio climático.

El informe “Los bosques y el Cambio Climático” refleja cómo la deforestación y la actividad humana sobre los recursos naturales, incrementan las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera y contribuyen al cambio climático.

“Los bosques son el hogar de más del 80% de la biodiversidad terrestre del planeta y ayudan a proteger las cuencas hidrográficas fundamentales para suministrar agua limpia a gran parte de la humanidad” recoge el informe.

Los bosques de nuestro planeta absorben 190 millones de toneladas de CO2 al año

Y es que los bosques forman parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y absorben cada año 190 millones de toneladas de dióxido de carbono presentes en la atmósfera, señala el estudio de la ONU.

Por otra parte, según la WWF, en 2019 las emisiones de CO2 generadas por los incendios forestales llegaron a las 7.800 millones toneladas de CO2, una cifra 25 veces mayor al cómputo de emisiones de dióxido de carbono que se liberan en España.

Estos datos nos hacen plantearnos, si en realidad deberíamos dedicar un mayor número de recursos a proteger y gestionar el crecimiento de nuestros bosques o, por el contrario, deberíamos dejar de explotarlos para que la fauna silvestre y salvaje pueda crecer libremente en ellos.

Este debate siempre ha sido muy comentado en la comunidad científica y en los foros sobre medio ambiente o cambio climático. Diversos científicos defienden que, debido a las consecuencias del calentamiento global y a los cambios en el clima, los humanos deberíamos intervenir en la protección y la preservación de los bosques, gestionando su crecimiento y evolución.

Por el contrario, algunos de ellos aseguran que debemos dejar que los bosques crezcan a su aire ya que, en el pasado, fue la propia intervención humana lo que ha hecho que nuestros bosques sean cada vez menos resilientes y fuertes.

Por ello debemos dejar que crezcan libres, tratando de destinar únicamente las herramientas necesarias para evitar algunos problemas específicos como los incendios o la desertificación.

A favor de dejar los bosques crecer libremente

Según el ingeniero forestal Peter Wohlleben los bosques no nos necesitan para sobrevivir y cuidarse. “Los árboles existen desde hace más de 300 millones de años y nosotros solo hace 30 millones” aseguraba Wohlleben en una entrevista para la contra de La Vanguardia.

Este ingeniero, que pasó más de veinte años trabajando como guarda forestal gestionando la extracción de madera, está impulsando una iniciativa para recuperar los bosques primigenios, que son muy necesarios para la supervivencia de las especies.

Los bosques primigenios son extensiones considerables de masa forestal que han permanecido intactas o que nunca han sido explotadas por el ser humano y sus actividades. Los también llamados bosques primarios, disponen de una gran riqueza biológica y representan el 65% de la diversidad terrestre.

Sin embargo, el 80% de estos ecosistemas ha sido destruidos por el hombre y el 20% está amenazado por actividades económicas como la explotación forestal, la minería, la construcción de embalses, presas y carreteras, etc. Pero, sobre todo, por la expansión de la agricultura y la ganadería.

Según una investigación realizada por científicos de la Universidad de Maryland, en EEUU cada 19 segundos desaparece una hectárea de bosque –gran sumidero de CO2 y productor de oxígeno-, y se transforma en zona de pasto para la ganadería.

De hecho, para producir un solo quilo de carne son necesarios hasta 17 kilos de cereales. Y un dato más: La cantidad de selva perdida por una sola hamburguesa de carne es de 5,12 m2.

Para Peter Wohlleben, considerar que la quema de madera es una actividad “ecológica” es un concepto erróneo. Además, insiste en que los árboles tienen conciencia: perciben el dolor y pueden comunicarse con otros árboles, animales e insectos a través de sus raíces.

Por este motivo, defiende que únicamente se debería intervenir en la gestión de los bosques y la prevención de los incendios en casos específicos. Mientras que, siempre que sea posible, es mejor dejar crecer este tipo de bosques primarios a su aire.

¿Qué bosques primigenios existen en la actualidad?

Durante la prehistoria, los bosques primigenios ocupaban aproximadamente la mitad de la superficie terrestre. Sin embargo, actualmente, debido a la explotación por parte del ser humano, solo ocupan un 7% de la superficie total.

El más extenso de todos los bosques primigenios es la Selva Amazónica, luego le siguen la jungla del sudeste asiático, las selvas tropicales de África central, y los bosques primarios de Norteamérica, Escandinavia, la península balcánica y Europa Oriental. Además, también está la taiga siberiana, una región protegida ubicada en Rusia.

A favor de activar la gestión forestal

El último informe de la ONU sobre “Los bosques y el Cambio Climático” asegura que la gestión forestal sostenible ayuda a reducir la vulnerabilidad actual y futura del planeta ante el cambio climático.

De hecho, durante la COP26, más de 110 líderes políticos se comprometieron a salvar y restaurar los bosques del Planeta a través de la Declaración de los líderes de Glasgow sobre los bosques y el uso de la Tierra. El máximo objetivo del documento es lograr detener y revertir la deforestación de cara al 2030.

El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson anunció durante la presentación de esta declaración que: “Proteger nuestros bosques no es sólo una medida para hacer frente al cambio climático, sino también para un futuro más próspero”.

En la declaración, los líderes prometieron reforzar sus esfuerzos comunes para preservar los bosques y otros ecosistemas terrestres, interviniendo para acelerar su restauración, y facilitando políticas de comercio y desarrollo sostenibles.

La intervención y gestión de los bosques permite reducir el riesgo de incendios

En un ámbito más local, Martí Boada, doctor en ciencias ambientales, geógrafo y naturalista catalán, asegura que, si no intervenimos en la preservación, protección y mantenimiento de los bosques, tendremos una Cataluña “ceniza”.

En una entrevista en el diario Ara muestra su preocupación con respecto a los incendios sucedidos en algunas regiones de esta comunidad autónoma.

Además, recuerda la importancia de activar mecanismos para hacer frente a las consecuencias del cambio climático: “el contexto no tiene precedentes históricos y la situación es muy seria porque los humanos no la controlan. Solo nos queda tomarnos en serio el objetivo de reducir emisiones, pero hay un problema de convencimiento ciudadano”.

Boada asegura que los humanos aún se muestran incrédulos y poco motivados a la hora de tomar medidas para reducir su huella de carbono. “Los humanos son un poco ‘si no lo veo no lo creo’ (…). Y estos gases no se ven, ni huelen, ni son tan impactantes como, por ejemplo, la apertura de una pedrera”.

Las consecuencias del cambio climático están poniendo en serio peligro nuestros bosques. De hecho, si pudiéramos observar el interior de un árbol veríamos que lo está pasando realmente mal, secuestrando agua para poder neutralizar la situación de sequía y la escasez de agua.

Boada asegura que, pese a que algunos expertos como Wohlleben defienden que es mejor no intervenir en la gestión de los árboles; si no lo hacemos, podemos acabar teniendo bosques cenizos. El doctor en ciencias ambientales defiende que cada vez que un agricultor emigra a la ciudad y cierra sus campos, el bosque se expande de forma incontrolada y antinatural.

Y este tipo de superficies, sin gestión alguna, son las que dan pie a un gran número de incendios e impiden una reconstrucción normal de la biodiversidad.

Al parecer, las opiniones sobre si los bosques deberían ser gestionados por el ser humano o, por el contrario, crecer libremente a su aire son muy dispares.

Sin embargo, todos los expertos coinciden en una sola cosa: la mejor forma para prevenir el riesgo de incendio y protegerlos es reducir nuestra huella de carbono.

La mejor estrategia de mitigación para frenar el cambio climático y reducir el calentamiento global del Planeta es realizar un esfuerzo conjunto entre empresas, ciudadanía y gobiernos para reducir las emisiones GEI.

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