No es ninguna novedad apuntar que el agua es uno de los elementos más importantes del planeta. Pero, ¿qué pasa con este recurso natural durante la crisis del coronavirus? Por muchos es sabido que lavarse adecuadamente y que la higiene general es imprescindible para combatir el virus de forma correcta, y son estas medidas, como las de enjabonarse las manos durante veinte según, las que se están llevando a cabo en las casas de todo nuestro territorio.
La cuestión, pero, es que no todos tenemos la misma facilidad de acceso al agua. El primero y el tercer mundo están totalmente separados en cuanto a los recursos, y las condiciones higiénicas de determinadas zonas de África, de Asia o de América latina se ven gravemente perjudicadas por la cantidad de agua que pueden utilizar para combatir un virus de estas características. Cómo podemos mejorar estas situaciones? Qué tendría que ser la gestión responsable del agua porque todos pudiéramos vivir en igualdad de condiciones?
Las desigualdades mundiales y el agua
La gestión del agua, tendría que ser una prioridad por parte de las instituciones públicas, pues resulta un elemento imprescindible para mantener la higiene, seguridad y salud de las personas susceptibles de contraer un virus de este tipo.
La malversación de esta clase de recursos al primer mundo es algo evidente, y es uno de los hechos que se tendría que replantear para mantener una igualdad de condiciones entre los países más avanzados y aquellos todavía en vías de desarrollo.
La falta de agua en los territorios menos avanzados los convierte en vulnerables ante las pandemias. Además, genera malestar en este tipo de territorios, donde se crean conflictos de intereses para tener acceso al agua. Y es esta una de las consecuencias de la mercantilización de un bien como el agua. El hecho de reconocerla como un producto y no como un elemento esencial de nuestras vidas que tendría que ser distribuido con equidad y consumido con moderación por parte de todos los habitantes del planeta, sean del país que sean.
El aumento de sequías producido por el cambio climático genera todavía más dificultades para acceder al agua
En un momento crítico como el vivido ante la crisis del COVID-19, se ve como la carencia de recursos hídricos ha sido agravada por el cambio climático. Durante los últimos años, las sequías en África subsahariana han crecido exponencialmente a causa del calentamiento global. Este hecho, junto con las dificultades “de base” que tenían estos países para acceder al agua anteriormente, han empeorado la situación de pobreza, la inseguridad alimentaria y la malnutrición.
Todas estas deficiencias acentuadas, en parte, por el cambio climático, pueden incrementar la mortalidad de estas poblaciones en caso de contraer el COVID-19. Por un lado debido a la inseguridad alimentaria están en desventaja en la hora de combatir el virus. Por otro lado, tienen menos recursos para prevenirlo, puesto que no pueden aplicar medidas de prevención básicas como la higiene.
La relación entre el agua y el cambio climático
La Agencia Europea de Medio Ambiente apunta que existe una estrecha relación entre el cambio climático y el agua; los océanos, actualmente, son más cálidos, el nivel del mar está aumentando, las inundaciones son cada vez más frecuentes y muchos países sufren sequías a lo largo del año.
La emisión de gases GEI, que aumentan la temperatura del planeta, ha repercutido directamente en nuestros mares y océanos, que ahora ponen en peligro la subsistencia de algunas ciudades que se encuentran justo en el nivel del mar; con la subida de su nivel, podría ser que acabaran por desaparecer en un futuro no muy lejano.
A causa de esta subida de temperaturas, los climas están convirtiéndose en extremos a lo largo de los últimos años, y los meses con más calor son todavía más calurosos, mientras que los fríos son más fríos que nunca. Las lluvias son cada vez más intensas, pero los periodos de sequía cada vez más largos. Y es por esta misma razón que los países necesitan iniciar planes sostenibles para replantear el consumo de agua. De este modo se podrán mantener mejor los pocos recursos que, hoy por hoy, se tienen.
Con los planes de cero emisiones (ZEO) que se han establecido de cara al 2050 se pretende restablecer la salud de la atmósfera y revertir un cambio climático producido por estos daños de los gases GEI.
Los efectos climáticos del coronavirus
Tal como se comentaba en el artículo sobre el consumo responsable en tiempo de coronavirus, esta crisis por la cual estamos pasando en la actualidad supondrá una reducción de las emisiones de los gases GEI durante este periodo. Los primeros datos que lo demuestran son las de China, que muestran que la contaminación a lo largo del país se ha reducido en un 21% a causa del confinamiento de sus habitantes.
Ahora, empezamos a tener nuevas fechas, precisamente, del territorio español.
Las primeras indican que, solo en Barcelona, ya se ha reducido la contaminación de dióxido de nitrógeno en un 75%, mientras que en Madrid las cifras llegan al 50%.
A pesar de que todavía no se han hecho públicos datos oficiales sobre emisiones de CO₂, se espera que la parada parcial de algunos sector económicos productivos en todo el mundo, como ha pasado en China con el carbón y el petróleo, supongan también una reducción de las emisiones GEI a nivel global.
Y es que durante la parada del país asiático el observatorio Carbon Brief ha comunicado que se han ahorrado 200 millones de toneladas de CO₂, el equivalente a una reducción del 6% de las emisiones mundiales durante este periodo.