¿Por qué los humedales pueden frenar el calentamiento global?

El sábado 2 de febrero el mundo celebró el Día Internacional de los Humedales para conmemorar el Convenio Mundial de los Humedales, que ratifica la relación de la supervivencia de los ecosistemas y el cambio climático. Colectivos de ecologistas y ambientólogos aprovecharon este día para recordar la importancia de estas zonas húmedas en la mitigación de los efectos del cambio climático y la función de estos, como grandes sumideros de carbono. Teniendo en cuenta que debemos limitar el calentamiento de la tierra a un nivel por debajo de los 2º, los humedales son un efectivo recurso natural que puede ayudarnos a cumplir el Acuerdo de París.

Los humedales regulan el clima y almacenan CO2

Y es que, según el Informe Perspectiva Mundial de los Humedales, las turberas -un tipo de humedal ácido-, almacenan el 30% del dióxido de carbono de la superficie terrestre. Los humedales como las marismas, las lagunas litorales y los arrecifes de coral son esenciales para regular el clima y detener el calentamiento global de la Tierra –como lo son los océanos y los bosques-.

Aun así, los humedales desaparecen tres veces más rápido que los bosques. En los últimos 50 años se ha perdido un 35% de los humedales del mundo. La reestructuración urbana, la conversión de humedales en explotaciones agricultoras o el desvío del agua de los humedales para otros fines, han puesto en peligro la supervivencia de estas superficies tan ZEO.

La destrucción de humedales puede liberar grandes cantidades de CO2

Los propios efectos adversos del cambio climático, como el aumento de las temperaturas, han provocado a su vez la descomposición y erosión de muchos humedales provocando que estas zonas geográficas, se conviertan en emisoras de CO2 en vez de receptoras. Al descomponerse pierden su capacidad de grandes sumideros de carbono y evacúan todo el CO2 capturado a lo largo de los años. También los vertidos por parte del sector industrial o la presencia de fertilizantes en los humedales, agravan este problema.

Actualmente la quema de humedales como las turberas representan un 10% de todas las emisiones anuales de combustibles fósiles. Es por eso que se necesitan iniciativas nacionales para mantener la supervivencia de estos ecosistemas ZEO y evitar que liberen CO2. Tal y como recoge la convención Ramsar, que lucha para la conservación y la protección de los humedales, debemos destinar recursos para “proteger, restaurar y utilizar los humedales de forma racional […] para así multiplicar los avances hacia la limitación del calentamiento global por debajo de los 2º”.

Países como Senegal ya están trabajando para aprovechar de una forma más eficiente la capacidad ZEO de estos ecosistemas. El país trabaja en la restauración de 10.000 de las 45.000 hectáreas de humedales que habían desaparecido a causa de las grandes sequías. Gracias a esta restauración se espera que los humedales de Senegal sean capaces de capturar hasta 0,5 millones de toneladas de CO2 en los próximos 20 años.

Los humedales reducen las sequías y evitan las inundaciones provocadas por el cambio climático

Las ONGs españolas reconocen los humedales como un freno de las catástrofes consecuencia del cambio climático. Gracias a su capacidad de acumular agua amortiguan y retrasan las sequías y reducen los efectos de las inundaciones. También los humedales costeros son capaces de reducir la intensidad de las olas y amortiguar las zonas costeras ante catástrofes como tsunamis, tormentas o catástrofes climáticas inusuales derivadas del cambio climático.

En España tenemos 75 enclaves considerados humedales de importancia internacional – unas 304.564 hectáreas-. El Delta del Ebro, Doñana o la Albufera de Valencia suponen zonas de gran importancia para las aves y son un reflejo de los alti-bajos climáticos del calentamiento global. En España la mayoría de humedales se han visto afectados por la sequía, las olas intensas de calor y las abundantes precipitaciones.