La mediana de edad de las viviendas en España es de 45 años. Más de la mitad de los edificios son anteriores al 1980, año en el que por primera vez entró en vigor una normativa que obligaba a los constructores a cumplir unos mínimos de eficiencia energética.

Por eso el certificado energético de las viviendas y edificios más común en el país es el E, el segundo más contaminante en la escala de A a G -siendo A el más eficiente y G el menos y que, por tanto, tiene una huella de carbono mayor-.

Además, estos datos certifican que los españoles pagan cantidades astronómicas para mantener el suministro energético. No olvidemos que, cuanto menor es la eficiencia energética de una vivienda, mayor será el gasto en la factura de la luz y combustibles fósiles para calefacciones y cocinas.

Consumir menos y de manera más sostenible

 

Esto supone, sin duda, un problema para la acción climática: porque para hacer frente al cambio climático no solamente debemos consumir de forma sostenible, sino aprender o lograr consumir menos.

Para poder cumplir con los objetivos de descarbonización del Acuerdo de París 2015 y el Fit for 55, necesitamos llevar a cabo una transición a la energía verde, pero también mejorar la eficiencia energética de los procesos productivos, la fabricación, los aparatos electrónicos o electrodomésticos, y por supuesto, la eficiencia energética de nuestras casas.

 

La ineficiencia energética provoca el 14% de las emisiones

Y es que la ineficiencia energética de nuestro parque de viviendas genera el 14% de emisiones GEI que provocan el cambio climático en España. Concretamente, en ciudades como Barcelona, la zona urbana con el parque residencial más antiguo, más del 53% de viviendas fueron construidas entre 1960 y 1980. Por lo tanto, no fueron edificadas siguiendo criterios bioclimáticos, ni pensando en el futuro impacto medioambiental de las mismas.

Se estima que, de media, las viviendas en España generan unas 29.000 toneladas de GEI, y en Europa, un total de 450.000. Se trata de un consumo energético totalmente evitable, que la UE quiere optimizar de cara al 2050.

España tiene 30 años de margen para hacer que su parque de viviendas sea lo más eficiente posible. Algo que será complicado si tenemos en cuenta que contamos con un parque envejecido y de baja calidad constructiva. A lo largo de la historia, diferentes sucesos históricos han dado pie a una construcción de viviendas en masa y poco eficientes.

Sucesos históricos han marcado la baja eficiencia energética de los edificios en España

El geógrafo de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Oriol Nel·lo explicó a La Vanguardia que, en España, el parque de viviendas se ha construido en dos olas. La primera tiene que ver con el auge de la construcción, entre 1960 y 1970, y la segunda empezó tras las Olimpiadas de 1992.

Después de un parón en la década de los 80, causado por la crisis del petróleo y la transformación de la industria, la fiebre de la construcción volvió a tener un boom en 1997.

Debemos tener en cuenta que, durante el periodo de la burbuja inmobiliaria, que se alargó hasta el 2007, se empezaron a construir en el país un elevado número de viviendas.

Entre 1999 y 2001, cada año se construían alrededor de medio millón de viviendas. Mientras que entre el año 2000 y 2005, se construían unas 300.000 al año. En ninguno de estos periodos se tuvo en cuenta el impacto ambiental de las mismas, ni su futuro consumo energético.

Durante el llamado periodo de desarrollismo en España, se priorizó la construcción de pisos pequeños y de baja calidad en polígonos residenciales.

En España no se aplicó con tanta fuerza la normativa de eficiencia energética

Este hecho se agrava aun más si tenemos en cuenta que, tal y como apunta la comunidad arquitectónica, la normativa sobre habitabilidad que marcó los dos grandes booms de construcción en España destacó por su laxitud en comparación con otros vecinos europeos.

En 2018 la Unión Europea publicó la Directiva de modificación (UE) 2018/844. Una nueva normativa que exigía los países europeos que elaboraran estrategias de renovación a largo plazo, para apoyar la renovación de los edificios residenciales y no residenciales, transformándolos en parques inmobiliarios con alta eficiencia energética y ZEO -cero emisiones- para 2050.

Sin embargo, según la comunidad arquitectónica, en España nunca se ha dado prioridad a la aplicación de esta legislación. Tuvieron que ser organismos externos como la ASA –Asociación Sostenibilidad y Arquitectura, la ADCB – Asociación para el Desarrollo de la Casa Bioclimática-, entre otros, los que lucharon por impulsar la transformación de los edificios y promover la sostenibilidad ambiental y el bioclimatismo como solución para reducir emisiones de GEH en el ámbito de la vivienda.

Además, en nuestro país, los propietarios y administraciones no cuentan con una fuerte cultura de mantenimiento y reforma de edificios. Según argumentó el área de planificación urbanística del Gobierno vasco, “en materia de construcción y planificación urbanística, no se han hecho muy bien las cosas”.

Un nuevo reto climático: Inversiones elevadas y proyectos de intervención global

Ya sea por los diferentes sucesos históricos vividos en nuestro país o por la falta de voluntad e implicación política, contamos con un parque de viviendas estatal que requiere de un elevado número de recursos para ser renovado. Para lograr mejorar su eficiencia energética, será de vital importancia contar con inversiones elevadas y proyectos de intervención global y a largo plazo.

Por este motivo, para tratar de mejorar la ineficiencia energética de los edificios en España, el Gobierno ha impulsado un nuevo Plan de Rehabilitación y Regeneración Urbana que otorgará a las comunidades autónomas 6.820 millones. El 50% de estos fondos se destinarán a la rehabilitación de edificios y viviendas particulares, y el resto, a la construcción de viviendas sociales.

Objetivo 2023: Rehabilitar 500.000 viviendas en España

Entre 2021 y 2023, España tiene el objetivo de rehabilitar 500.000 viviendas en tres años. Este es objetivo será todo un reto para el MITECO, especialmente teniendo en cuenta que la capacidad de rehabilitación del gobierno hasta ahora había sido de aproximadamente 25.000 al año.

En este sentido, esta inyección de capital ayudará a mejorar el parque de edificios y crear infraestructuras que impulsen el mercado de reformas y nos permitan llegar llegar al 2050 con un parque de edificios que disponga de la máxima eficiencia energética posible.

Para lograr un sector de la vivienda más ZEO y reducir la huella de carbono de España, es fundamental convertir la rehabilitación y la reforma en los nuevos motores de la construcción.

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