En enero del 2020 la borrasca Gloria azotó el territorio español. Los fuertes vientos y las lluvias provocaron grandes destrozos en las infraestructuras y cientos de familias perdieron sus casas. Afectaron al funcionamiento de las líneas del transporte y cerraron las escuelas. Las zonas más afectadas por este fenómeno climático extremo fueron la provincia de Alicante, la isla de Mallorca y la comunidad autónoma de Galicia.

Por aquel entonces, los científicos aseguraron que este temporal tenía una relación directa con la subida de las temperaturas en el Ártico, una consecuencia directa del cambio climático.

Dos años después, España vuelve a sufrir de manera directa las consecuencias de este fenómeno causado por el hombre. El domingo 13 de marzo de 2022 se empezaron a producir lluvias de tierra en prácticamente toda la península.

A este fenómeno climático extremo se le conoce como calima y es muy común en regiones como Cabo Verde o las islas Canarias. Sin embargo, los científicos han alertado de que no es habitual que tenga lugar en localizaciones como la península ibérica.

La calima puede tener consecuencias en la Salud de las personas

La calima es un fenómeno climático que tiene lugar debido a la presencia de partículas de polvo y arena en suspensión en el aire. Sus efectos son la contaminación atmosférica, con las consecuencias para la salud que ello comporta, y la creación de un ambiente turbio y anaranjado.

El resultado son miles de coches, calles y parques sepultadas bajo la arena y unas imágenes con paisajes que podrían aparecer en una película ambientada en Marte. Debemos tener en cuenta que respirar grandes cantidades de tierra o polvo puede tener graves consecuencias para la salud.

Precisamente por eso, en Comunidades Autónomas como Andalucía o Murcia estos días los niños no han salido al patio y las autoridades sanitarias recomendaron a la ciudadanía quedarse en sus casas.

Ahora bien, ¿cómo ha llegado este polvo hasta aquí y por qué llueve barro en España? Según los meteorólogos, el origen de estas popularmente llamadas “lluvias de sangre”, reside en una borrasca que previamente azotó el desierto del Sáhara y que, posteriormente, se empezó a desplazar hacia al norte, trayendo consigo todo el polvo, tierra y partículas del desierto.

La previsión es que esta borrasca, bautizada como borrasca Celia, empiece a disiparse al finalizar la semana y siga desplazándose hacia el norte pasando por Francia, Alemania y Holanda, provocando episodios similares de Calima.

Algunos científicos han asegurado que existe una correlación entre el cambio climático y este tipo de fenómenos meteorológicos adversos. Y es que, desde que existen registro, no ha habido episodios de calima de tal magnitud en España y mucho menos durante estas fechas.

En este sentido, Adrián Escudero, catedrático de Ecología de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), defiende que dependiendo de la situación, la calima puede ser beneficiosa porque ayuda a la fertilización sistemática de algunos ecosistemas, como la cuenca del Amazonas. Sin embargo, en declaraciones a El Mundo asegura que “es raro y preocupante verla con tanta fuerza en países como España”.

Para este ecólogo, existen dos razones que explican la relación entre la calima y el cambio climático:

  • Pérdida de costras biológicas como consecuencia de la degradación de las zonas áridas y semiáridas provocada por el hombre

Al parecer, el impacto del ser humano en este tipo de ecosistemas está provocando perturbaciones en el clima. Escudero pone como ejemplo el desastre ecológico que vivió Estados Unidos en el 1930, cuando la Dust Bowl (Calima) cubrió de arena algunos estados del país. Este fenómeno climático fue provocado por la degradación, roturación y sobreexplotación de los campos.

  • Reducción de la superficie glaciar y cambios en el clima

 Según Escudero, las dinámicas atmosféricas están cambiando debido al cambio climático. Las consecuencias de esta transformación son la pérdida de fuerza de las corrientes y los desplazamientos de las celdas anticiclónicas. En otras palabras, el lugar donde tienen lugar los procesos de movilización del polvo ha cambiado. Además, ahora los episodios suceden en periodos de tiempo distintos o inesperados.

La comunidad climática ya ha alertado de que la calima puede provocar ciclos de degradación climática en zonas que no están acostumbradas a este tipo de fenómenos como, por ejemplo, las montañas. Cuando los glaciares se tiñen de polvo y tierra se aumenta el riesgo de deshielo.

Y es que, al acumularse en las zonas de hielo, esta tierra hace que disminuya la vegetación y, en consecuencia, con la propia radiación del sol aumenta el deshielo. Por lo tanto, se podría decir que la presencia de calima en las montañas contribuye al cambio climático.

Insuficientes pruebas científicas para vincular la borrasca Celia con el cambio climático

La borrasca Celia ha provocado lluvias de tierra intensas en prácticamente toda la península. El polvo procedente del Sahara ha hecho saltar las alarmas y ha dejado imágenes completamente inéditas en Murcia, Valencia, Almería y también en Madrid.

Aunque muchos consideran que ésta ha sido una de las peores calimas de España, desde la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) aseguran que no hay suficientes estudios para demostrar que es una consecuencia directa del cambio climático. “No se acaba de observar una tendencia clara, aunque sí que es cierto que en los últimos 100 años la superficie fuente del polvo, el Sáhara, ha aumentado su extensión un 10%” explicaron al medio El Español.

Pero al mismo tiempo, también ha calificado este fenómeno climático de “extraordinario”, debido a la intensidad, la extensión y la duración del mismo. De hecho, cuando tuvo lugar el temporal Bernd que azotó el centro de Europa, los científicos ya advirtieron de que podría haber una causa antropogénica tras este tipo de fenómenos.

Pese a este debate científico, lo que es cierto es que, debido al cambio climático, el clima está cambiando. El impacto de este fenómeno causado por el hombre en los ecosistemas es indudable: sequías, olas de calor, deshielo de los polos, etc.

Pero no debemos perder la esperanza. Son muchas las comunidades y países que se están tomando en serio los compromisos climáticos de la ONU. Por ejemplo, si se desarrollan los Planes Nacionales de Energía y Clima (PNIEC) presentados, lograremos frenar el cambio climático. Reducir emisiones es la clave para evitar que, en el futuro, el clima siga siendo cada vez más inestable.

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